El nerviosismo por los amparos contra el decreto de necesidad y urgencia (DNU) y los rechazos al proyecto de ley ómnibus (ajustes) que ya se analiza en el Congreso, decantaron una otra disputa interna en el gobierno de Javier Milei, quien este fin de semana viajó a la Antártida, con su hermana Karina y un par de ministros.
En el epílogo de la semana, el ala dura del Gobierno impuso su postura (también su estrategia) y logró que desplazaran al subsecretario de Trabajo, Horacio Pitrau, a quien hicieron responsable de una jugada negociadora con uno los gremialistas históricos. No hay estrategia dialoguista, por ahora. Por el contrario, el Gabinete decidió enfrentarse con la CGT, que anunció un paro con movilización para el 24 de enero.
El medio porteño Infobae publicó que las diferencias en la Casa Rosada se agudizaron cuando la secretaría de Trabajo, a cargo de Omar Yasín, logró el acercamiento del titular del Sindicato de Empleados de Comercio, Armando Cavalieri, quien le pidió a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, una aclaración sobre las cuotas solidarias.
Se trata, básicamente, de un sistema adicional de recaudación sindical a través de los convenios colectivos, que quedó en jaque porque el DNU de Milei estableció la limitación de que podía cobrarse sólo si había un “consentimiento explícito” de los trabajadores. Esas cuotas son más beneficiosas para la casta sindical que para los trabajadores.
En paralelo, Cavalieri le anunció a Pettovello su decisión de adherir desde su convenio al nuevo sistema de indemnizaciones previsto en el DNU con la creación de un fondo de cese laboral, como el que rige en la UOCRA. Se trata de una iniciativa que le interesa a Milei porque cree que favorecerá la generación de nuevos puestos de trabajo.
Pero el acuerdo entre Pettovello y Cavalieri desató cuestionamientos intestinos. Primero fue Federico Sturzenegger, el padre del ajuste, quien rechazó el beneficio a Cavalieri. Luego vino el rechazo del jefe de Gabinete, Nicolás Posse. Lo que siguió fue el llamarlo a Yasín para “pedirle la cabeza” de algún responsable del “error” y fue así como entregó a Pitrau, quien fue secretario de Trabajo en la gestión de Jorge Triaca durante el gobierno de Mauricio Macri.