El miércoles por la tarde, Antonio “Chipi” Barijho, gloria de Boca y actual entrenador en las divisiones inferiores, encendió las alarmas en el predio de Ezeiza. Un dolor repentino en el pecho obligó a detener todo y llamar a la ambulancia. El ex delantero fue llevado de inmediato a una clínica, donde los médicos actuaron con rapidez para realizarle estudios y determinar la gravedad del cuadro.
Testigos en el lugar contaron que el episodio ocurrió minutos antes del partido de Reserva ante Newell’s. “Se lo notó muy incómodo, con un malestar fuerte, y él mismo pidió que lo revisaran de inmediato”, detallaron allegados que vivieron la situación de cerca. El encuentro, que debía comenzar en horario, terminó retrasándose por la inesperada urgencia.
El protocolo médico que acompaña cada partido juvenil actuó sin demoras. “En cuanto se percataron de la situación, lo subieron a la ambulancia y lo trasladaron para que se hiciera estudios de alta complejidad”, señalaron fuentes internas del club. La rapidez con la que se manejó el operativo fue clave para darle contención al ex atacante.
Ya en la clínica, el diagnóstico fue contundente: una angioplastia y la colocación de un stent. “Lo importante es que está fuera de peligro, bajo observación y en evolución favorable”, remarcaron los profesionales que lo atendieron, dejando en claro que la internación fue más por prevención que por gravedad.
LA SALUD DEL CHIPI BARIJHO
El episodio no pasó inadvertido en el mundo Xeneize. Entre mensajes de preocupación y cadenas de WhatsApp que corrieron a la velocidad de la luz, el apellido Barijho volvió a estar en boca de todos. Y no precisamente por un gol, sino por un susto que dejó en vilo a la familia boquense.
Quien se encargó de llevar calma fue su hijo Jonathan Barijho, que utilizó las redes para dar un parte alentador. “Muchísimas gracias por los mensajes a todos los que se preocuparon por mi papá. Gracias a Dios salió todo bien, ¡hay Chipi para rato!”, escribió, acompañado de una foto que devolvió la tranquilidad tan esperada.