domingo, 28 septiembre, 2025
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Kicillof es re petrolero, pero mal: YPF, Vaca Muerta y el presidenciable del fracking

Axel Kicillof subió el perfil mediático luego de la victoria en las urnas de la Provincia de Buenos Aires. Tuvo una extensa y relativamente amable entrevista en Clarín y una mucho más incisiva e incómoda en Odisea Argentina,con Carlos Pagni. El círculo rojo ya empieza a preguntarse ‘¿y después de Milei qué?’ y el establishment mediático somete al gobernador al escrutinio de un presidenciable.

El periodista de la Nación no fue para nada indulgente. Preguntó, repreguntó, presionó con temas como la herencia de Alberto y Massa y el equilibrio fiscal, qué hubiera hecho distinto a Milei y qué le gustaría hablar con él. No le faltaron chicanas como la presencia de Scioli en el gobierno y la manipulación de la inflación con el Indec intervenido cuando Kicillof era Ministro de Economía Tampoco se olvidó de indagar sobre la posibilidad de indultar a Cristina si llegara a la presidencia.

Pero uno de los cruces más picantes fue sobre YPF:

– Vos sabés que en tu carrera política, muy probablemente la mochila que lleves hasta el 2027 sea YPF. 16,000 millones de dólares que nos ordena la justicia americana que paguemos. Si estuvieras de nuevo en la misma escena, ¿vos harías lo mismo o tenés alguna autocrítica para hacer?
– No, sobre eso no. Y voy a explicar por qué…
– De otras cosas sí. Y de eso específicamente no.
– De eso no.
– Sos cabezadura.
– Eh… no, es que estuvo bien hecho.

Como si pidiera disculpas, Kicillof explicó que no les quedó otra que tomar el control del 51 % de las acciones de YPF porque Repsol decidió no invertir y en cinco años el país pasó a tener déficit energético. De soberanía energética, ya ni se habla.

– Los gallegos no quisieron invertir…
– No te olvides de los Eskenazi, que estaban ahí también.

La mochila Eskenazi

La familia Ezkenazi recibió un negocio redondo de parte de Nestor Kirchner en 2008, cuando obtuvo el 25 % de las acciones de YPF sin poner un peso. El acuerdo implicaba un pago de acciones a futuro con los dividendos que generaba la misma compañía. Para garantizar ese pago, había que repartir utilidades sistemáticamente, plata que en vez de reinvertirse fue fugada al exterior. El vaciamiento llevó al déficit energético.

Axel menciona el resultado pero omite hablar de los motivos. La incidencia que pretendía tener Kirchner en YPF de la mano de los Eskenazi se desmoronó en poco tiempo. Kirchner intentó hablarle al corazón al empresariado local y este le respondió con el bolsillo. No está demás recalcar que los empresarios siempre piensan en sus intereses particulares y de clase por encima de cualquier interés nacional o popular. El desarrollo, te lo debo.

El desenlace es conocido: los Eskenazi quebraron cuando el Estado tomó el control de las acciones de Repsol. Ya no quedaban dividendos para repartir. Y, a pesar del negocio que se les regaló, no dudaron en vender los derechos de litigio para accionar contra el Estado argentino a un fondo buitre. Esa es la causa que lleva adelante el Burford Capital, que hoy reclama el pago de alrededor de USD 16.000 millones, con el fallo de la jueza Loretta Preska en Nueva York. Un fallo ridículo que funciona como mecanismo de chantaje para exigir la reprivatización total de YPF. Con amigos así, quién necesita enemigos.

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Pero Kicillof insiste en que no haría nada distinto. La alternativa, advierte, hubiera sido la nacionalización. ¡Qué terrible! El modelo que defiende Axel es la estatización parcial. Un poco de intervención estatal, la suficiente para que el saqueo en nuestras tierras continúe.

La recompra a Repsol tuvo un alto costo en dólares – una indemnización de USD 5.000 millones – aunque el propio ministro había calculado un pasivo ambiental del mismo monto que jamás se cobró. El Estado pasó a ser accionista mayoritario, pero compartiendo poder con fondos internacionales, bancos y empresarios locales. YPF siguió siendo una sociedad anónima. El 83 % del petróleo y el 88 % del gas quedó en manos privadas, en su mayoría extranjeras —incluida la parte privada de la propia YPF—.

El modelo se consolidó con el pacto con Chevron en 2013, que le abrió las puertas al fracking. El pacto incluyó cláusulas secretas con beneficios fiscales extraordinarios, libre disponibilidad de divisas, posibilidad de girar utilidades al exterior y la creación de sociedades en paraísos fiscales para blindar el negocio. El decreto del mismo año de Régimen de Promoción de Inversión para la Explotación de Hidrocarburos ya le otorgaba libre disponibilidad de divisas a las multinacionales para la exportación.

La ley se votó tras ocho horas de represión a comunidades y trabajadores que fueron a protestar afuera de la legislatura Neuquina. La policía provincial disparó balas de plomo, dejando herido de gravedad al docente Rodrigo Barreiro.

El círculo rojo ya se pregunta qué viene después de Milei y esa es una discusión que también tenemos que darnos los de abajo.

Hoy en Sauzal Bonito, las casas se resquebrajan. Una madre escucha tintinear su cocina con cada sismo. Ya no se asusta, pero sabe que los temblores son más frecuentes. Desde su celular lee que hay récord de producción de gas y petróleo. La garrafa con la que prende la cocina para calentar el mate se está por terminar, los últimos pesos se le van a ir en eso.

¿A dónde va la producción récord? A las multinacionales y a la deuda externa. El único derrame es el que contamina, como los 950 litros de petróleo que mancharon las costas frente a Puerto Rosales.

Vaca Muerta se transformó en política de Estado. El kirchnerismo, Macri, Alberto Fernández y ahora Milei han garantizado que las petroleras como Chevron, ExxonMobil, Total y Shell se la lleven en pala. Claro que hay matices, con el macrismo hubo tarifazos y a Milei ni siquiera le interesa garantizar el abastecimiento interno. Además, con este gobierno, las oficinas de YPF están colonizadas por Paolo Rocca y Tecpetrol, la competencia.

“Kicillof es re petrolero, pero mal”, dijo Bercovich en una charla de EconoJournal. Es cierto, a un lado y otro abundan “petroleros, mal” porque hay algo en lo que todos coinciden: hay que exportar más para crecer. Pero este consenso exportador y extractivista no es ningún desarrollo, es más dependencia, saqueo y destrucción de los territorios. Cantamutto, Schorr y Wainer lo explican con la metáfora del «balde con agujeros»: podés llenarlo y llenarlo con divisas, pero se van por múltiples agujeros.

Para Kicillof, romper con el FMI sería infantil. Es otra definición importante que dejó en estos días. Quizás debamos preguntarles a los niños que no tienen todas las comidas al día qué piensan sobre hacer algo infantil. El FMI es el que agujerea cada vez más el balde.

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La encrucijada

El peronismo, contra toda la evidencia, aún pregona que los intereses del país son compatibles con las botas del imperialismo, que trabajadores y empresarios podemos ganar 50/50 – lo que ya resulta bastante desigualdad porque de un lado hay una mayoría y del otro una minoría –, que los de abajo y los de arriba podemos consensuar. Pero, la crisis que se profundiza demuestra lo contrario: los de arriba nunca pierden tanto como los de abajo.

¿La soberanía ya fue? Cuanto más se acerca al poder, más concesivo se vuelve el programa peronista con los poderes fácticos. Por eso, los de abajo tenemos que construir nuestra propia herramienta política para levantar, sin especulaciones, una política verdaderamente soberana sobre nuestros bienes comunes.

Partiendo de reconocer lo evidente, que las consecuencias sociales y ambientales son cada vez más graves –incidentes ambientales, accidentes laborales, contaminación del agua, sismos, territorios militarizados, comunidades desplazadas y un precio de la energía cada vez más exorbitante para las familias trabajadoras –, podemos proponer otro rumbo. Ese camino que Kicillof rechaza: una nacionalización integral de los hidrocarburos y de toda la infraestructura, sin indemnización a las petroleras saqueadoras.

Es el primer paso para que trabajadores y comunidades controlemos el sistema energético y planifiquemos una transición que tienda a desfosilizar y diversificar la matriz energética. Esa transición, desde abajo, al mismo tiempo que impulse medidas de eficiencia energética en los sectores de mayor consumo, deberá garantizar el acceso a la energía necesaria para vivir al conjunto de la población.

Cuando Milei se vaya – o lo echemos– , el modelo de saqueo, extractivismo y dependencia seguirá allí con otros nombres y otras caras. A menos que enfrentemos también a las multinacionales y construyamos un proyecto al servicio de la mayoría trabajadora y del pueblo.

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