Mientras la flota pesquera uruguaya sigue atada a tierra por conflictos laborales, un negocio por 5 millones de dólares terminó escapando a la competencia regional. El cargamento, de 3.000 toneladas, fue finalmente embarcado desde un puerto argentino.
El conflicto que atraviesa el sector pesquero uruguayo ya acumula más de un mes de inactividad, pérdidas millonarias y una creciente sensación de impotencia entre empresarios y exportadores. La disputa entre la Cámara de Industrias Pesqueras del Uruguay (CIPU), la Cámara de Armadores Pesqueros del Uruguay (CAPU) y el Sindicato Único Nacional de Trabajadores del Mar y Afines (Suntma) sumó este lunes un nuevo hito negativo: otros cuatro barcos debieron regresar a puerto, dejando a la flota nacional prácticamente paralizada.
Quizás también te interese leer sobre contradicciones históricas en la política uruguaya
“Esto no tiene antecedentes. Nunca vimos una rigidez sindical de este calibre”, expresó un alto representante de la industria pesquera, bajo reserva. La situación ya ha sido calificada por empresarios del sector como “histórica” e “inédita”.
El resultado es claro: Uruguay pierde competitividad, los barcos se oxidan en el puerto y el empleo formal en el sector se deteriora. Mientras tanto, países vecinos —como Argentina— aprovechan las oportunidades que aquí se desperdician por bloqueos y decisiones que, lejos de proteger al trabajador, terminan destruyendo fuentes de trabajo reales.
Quizás también te interese una crítica a las promesas incumplidas del progresismo
El cargamento perdido tenía como destino final Europa, y su embarque estaba planificado para fines de junio desde Montevideo. Ante la inacción y el clima de conflictividad, la empresa exportadora decidió buscar alternativas, encontrando en puertos argentinos la celeridad y previsibilidad que hoy Uruguay no garantiza.
“Es insólito que una economía tan pequeña como la nuestra se permita este nivel de parálisis por tanto tiempo”, apuntó el presidente de la CIPU, quien lamentó el daño “autoinducido” por parte del país.
Desde la CAPU también criticaron la postura intransigente del sindicato, acusándolo de “extorsionar a las empresas en lugar de dialogar en serio”.
Quizás también te interese conocer cómo se evalúa la gestión de los primeros 100 días de gobierno
Para el sector liberal de la política y la economía, este es otro ejemplo de cómo el corporativismo sindical termina atentando contra el desarrollo, la inversión privada y la inserción internacional del país. Las pérdidas ya no son sólo económicas: es la reputación del puerto de Montevideo la que está en juego.
Uruguay necesita con urgencia un rediseño del marco laboral que priorice el interés general, incentive la producción y termine con el chantaje sindical que, una y otra vez, ahuyenta inversiones y exportaciones.