Un reloj de oro es valioso, pero el que los Beatles le regalaron a Jimmy Nicol no tiene precio para él. Se trató de una atención luego de que Nicol reemplazara a Ringo Starr por 12 días en una gira en el año 1964, y tenía una inscripción en el dorso: “Para Jimmy con aprecio y gratitud, Los Beatles y Brian Epstein”. Sin embargo, Nicol, que utilizaba el artículo para certificar su historia, veía en ese reloj un pasado glorioso en un presente oscuro, una mordida del éxito, pero no el éxito verdadero. Su vida después de casi dos semanas siendo un Beatle se desmoronó hasta llevarlo a la bancarrota.
Tal vez fue por eso que una noche, años después destruyó contra el suelo el reloj hasta hacerlo pedazos. Después de romperlo, el baterista se guardó en el bolsillo la tapa trasera de la caja, donde firmaban los cuatro de Liverpool.
La historia de Jimmy Nicol vale la pena ser recordada. Vivió la gloria y la fama mundial, pero nunca logró aprovechar el impulso que le dio ser el baterista de los Beatles por dos semanas: terminó realizando trabajos precarios para sobrevivir e incluso llegó a fingir su propia muerte para alejarse de su pasado.
Los Beatles fue una banda que trascendió la música. El año 1964 es fundamental en la historia del mundo por distintas razones, entre ellas por el comienzo de la denominada Beatlemanía. “¡El año milagroso!”, reconoce, en conversación con LA NACION, Sergio Marchi, periodista, músico y autor de libros como The Beatles: Desde el comienzo (1962-1966). “La Beatlemanía se tornó global. Pese a que las comunicaciones eran muy pobres comparadas con lo que son ahora, The Beatles llegó a todo el mundo y lo pusieron patas para arriba”, afirma. Tal como lo muestra el reciente documental de Martin Scorsese Beatles ‘64 (Disney+), la Beatlemanía consistía en un movimiento social que se expresaba en multitudes de jóvenes persiguiendo y gritando al unísono por los cuatro chicos de Liverpool, queriendo tocarlos, besarlos e imitarlos. “Ya Elvis había hecho sonar la alarma, pero no los hizo moverse. La Beatlemanía fue el despertar de la juventud en los años 60″, asegura Marchi.
Los cuatro de Liverpool llegaron a principios de ese año a Estados Unidos para iniciar su primera gira mundial y quedaron anonadados del fenómeno. Estaban sitiados en hoteles, salones privados y camarines cercados con seguridad, sin no poder siquiera salir a la calle en paz. Luego de Estados Unidos, los Beatles continuaron su tour en Europa, Oceanía y Asia. En junio de 1964, Ringo Starr, baterista de la banda, se enfermó y tuvo que quedarse en el hospital algunos días. Para no cancelar las fechas pendientes, la banda contrató a un reemplazo: un desconocido que vivió 12 días siendo un Beatle.
Los Beatles tuvieron una sola formación y representa, posiblemente, el ícono más importante del rock: John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr. No había posibilidad de cambios, como sí ocurrió en otras bandas como Pink Floyd, Genesis o The Yardbirds.
Sin embargo, a mediados de 1964, Ringo estuvo hospitalizado por una operación de las amígdalas, por más que los Beatles estaban de gira; cancelar no les pareció la opción correcta, así que optaron por otra solución: un reemplazo. Esto lo propuso Brian Epstein, histórico manager de la banda, y así fue como llegaron a Jimmy Nicol, a quien Epstein y McCartney habían conocido hacía un tiempo en el circuito cultural.
Jimmy Nicol nació en 1939 en Inglaterra. A los 14 años empezó a tocar la batería y años más tarde entró en grupos de relativo éxito local: primero Colin Hicks And His Cabin Boys y después Jimmy Nicol & The Shubdubs. Fue en sus apariciones en vivo, por bares y cafés de Londres, donde conoció al manager de The Beatles y a su bajista. Con Ringo en el hospital, Nicol recibió el llamado que nadie en su vida esperaría: Epstein le pidió ir a una especie de audición-ensayo improvisado para entrar a la banda. La zapada ocurrió el 3 de junio de 1964, donde se lo puede ver practicando antes de dar su primer concierto, junto a John, Paul y George, 27 horas más tarde, el 4 de junio, en Copenhague. Él ahora era Ringo.
En esta época, y en palabras de Lennon, los Beatles eran “más populares que Jesús” —comentario que le valió duras consecuencias en la sociedad, principalmente la estadounidense religiosa—. Los artistas estaban en todos lados: daban cientos de entrevistas a los medios y tenían millones de fanáticos alrededor del mundo que los querían tocar e incluso arrancarles un mechón de pelo, tenían dinero y fama, mucha fama. Jimmy era ahora un Beatle: a él también, de pronto, lo tomaban como a un Dios.
En una entrevista, un reportero le preguntó qué se sentía ser “Ringo” y si era difícil. Jimmy, con algo de timidez, respondió: “No, en realidad no, pero nunca podría ser como él”.
Con la visión que solo da el paso de los años, Marchi —biógrafo de la agrupación— también coincide: “Se llevaba bien [con la banda] y suplía las partes de batería de Ringo, pero carecía de su carisma”.
Fueron 11 conciertos en los que el joven baterista sustituyó a Ringo Starr —vale recordar que, en esa época, era muy común que la banda toque más de una vez por día—, hasta que el scouser autor de “Octopus’s Garden” se recuperó y volvió a su lugar detrás del kit.
Era el 15 de junio de 1964 y Jimmy había cumplido con su parte. Epstein le dio el pago por el trabajo realizado y le entregó un regalo de agradecimiento, que era un reloj de oro grabado con una frase que fue como una placa de autenticidad en su futuro: “Para Jimmy con aprecio y gratitud, los Beatles y Brian Epstein”, y un viaje al aeropuerto de Melbourne. Como era de noche cuando partió, ninguno de los Beatles pudo despedirlo, estaban todos dormidos.
Un fotógrafo logró documentar la escena con una imagen que muchos podrían catalogar como la más triste de la historia del rock. En la fotografía se lo ve a Nicol en la terminal aeroportuaria sin nadie alrededor. Atrás habían quedado los millones de fanáticos que le gritaban y la adrenalina de ser uno de los Fab Four. El cuadro enmarca al nostálgico Jimmy en soledad, mirando al horizonte con un dejo de angustia y un humilde souvenir a sus pies: una pequeña mochila con el logo de los Beatles, la banda más importante de la historia de la cual había sido parte durante casi dos semanas.
Lejos estaba Nicol de imaginar cómo sería su vida postBeatles. Incluso, en un momento había llegado a asegurar que cuando terminara el trabajo junto a John, Paul y George, volvería a Inglaterra a “formar una banda”. El joven baterista estaba envalentonado y cumplió con su promesa: creó una nueva agrupación, seguro de que le llegaría un nuevo salto a la fama, pues había sido el reemplazo de Ringo y había tocado con leyendas vivas.
Pero su suerte no fue la que él esperaba. “Lo que pasa es que tuvo la noción falsa de pensar que tocabas dos temas con los Beatles y ya tenías una carrera”, opina Marchi.
Poco tiempo después del su breve paso por los Beatles, Nicol entró en desgracia. No solamente no tuvo éxito musical, sino que además se divorció y se declaró en bancarrota. Según el medio inglés The Daily Mail, vivió en la casa de su madre, durmiendo en un sofá y perdió contacto con su único hijo. Las versiones de que era adicto a las drogas afectaron sus intentos por resucitar su carrera y lo llevaron a mudarse a México, donde tampoco triunfó laboral ni amorosamente. De acuerdo al diario inglés, “trabajaba como obrero en una fábrica” y se divorció de su segunda mujer. Todo eso lo llevó a volver a Londres.
Su última entrevista pública fue en 1987, luego de décadas en las sombras. “Es una persona que no quiere ser encontrada”, opina Berkenstadt, quien, en una entrevista, contó que pasó varios años buscando al músico, que vivió en muchos países del mundo y que no se lo veía desde hacía mucho tiempo. Incluso muchos pensaban que había fallecido.
“Si alguien pregunta por mí, deciles que estoy muerto”, fue el pedido que Jimmy Nicol le hizo a su hijo, según afirma Berkenstadt, autor del libro The Beatle Who Vanished. De hecho, el escritor afirma que Paul McCartney preguntó por él en los años 90 para hacerlo parte de las antologías de los Beatles y recibió una respuesta negativa. Berkenstadt, obsesionado con encontrar al “reemplazo de Ringo”, buscó a familiares y antiguos compañeros de bandas adolescentes, pero nadie pudo darle información, hasta que halló a una exmujer del músico y en 2013 pudo confirmar que todavía vivía. Sin embargo, no hay información sobre qué pasó desde esa fecha hasta la actualidad con él.
The Daily Mail publicó hace 20 años la última foto conocida del músico. Se lo puede ver entrado en años, vestido con zapatos gastados, anteojos colgando y el pelo grisáceo, largo y recogido. Por un tiempo más vivió en Londres, de acuerdo a un vecino, pero luego después volvió a desaparecer. Muchos creen que volvió a México, otros dicen que viajó a otro país.
Su propio hijo jura no saber dónde vive y repite la misma frase que recuerda: “Él me dio la instrucción de que le diga a la gente que está muerto”. Berkenstadt confirmó que algunos años antes, deprimido por su fracaso, agarró el famoso reloj de oro y lo destruyó contra el suelo. Luego se arrepintió y solo se quedó con la tapa dedicada por los Beatles hacia él.
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