Hay días puntuales en los que, en algunos bares de Palermo, San Telmo o Chacarita, podría parecer que todo es igual que siempre donde las luces cálidas y tenues se mezclan con el murmullo de conversaciones entre risas y copas. Pero si alguien se acerca lo suficiente para escuchar, descubrirá que ahí dentro no se habla un solo idioma, sino muchos. Así es Mundo Lingo, un evento que sucede cada semana en Buenos Aires -la ciudad en la que se originó- y en decenas de ciudades del mundo.
La idea nació en 2011, cuando un británico recién llegado a Buenos Aires, Benjamin Moreira, quiso derribar la barrera invisible que separa a locales y extranjeros. Había algo en las calles porteñas que lo fascinaba, pero a la vez lo mantenía a distancia. Inspirado por esa necesidad de unir culturas, organizó el primer encuentro. Comenzó como un experimento modesto, con unas 50 personas reunidas en un bar; pero rápidamente creció hasta convertirse en una tradición global.
En Mundo Lingo rige el sistema de banderas: un adhesivo para el idioma materno en lo alto del pecho, y debajo, en orden descendente, las lenguas que se desean practicar. Por ejemplo, si un argentino habla francés y ruso, usará la bandera de la Argentina, y abajo, las de Francia y Rusia. De esta manera, los francoparlantes o ruso parlantes que puedan estar en el lugar, lo identificarán y podrán acercarse a hablar con él. Este simple detalle invita a los asistentes a romper el hielo sin necesidad de más preámbulos. Basta con saludar.
Desde aquellos primeros eventos en Buenos Aires, Mundo Lingo se expandió a más de 40 ciudades en 24 países. Nueva York, Londres, Melbourne y Bangkok son solo algunos de los lugares donde, semana a semana, decenas de personas llegan con ganas de conectar, hacer amigos, y por qué no, quizás encontrar una pareja.
La propuesta no necesita inscripciones ni formalidades. Todo es tan espontáneo como entrar al bar, pegarse las banderas adhesivas, tomar algo y dejarse llevar por la conversación.
El crecimiento de Mundo Lingo no fue casualidad, sino el resultado de un concepto simple, pero poderoso: todos tienen algo que aprender y algo que enseñar. En Córdoba, por ejemplo, los encuentros se llevan a cabo en bares emblemáticos como Brobar y Checa. En Buenos Aires, se dividen en distintos días y en lugares ubicados en Chacarita y Palermo, entre otros barrios.
Mundo Lingo tiene una clientela tan fiel que hasta sobrevivió la pandemia. En ese momento, tuvo que suspender sus reuniones presenciales y reinventarse en las redes sociales. Para agosto de 2020, sus grupos en Facebook y Telegram ya contaban con decenas de miles de usuarios. Pero en cuanto las restricciones comenzaron a levantarse, los bares volvieron a llenarse con las voces de quienes buscaban recuperar esa conexión perdida.
En cada ciudad, Mundo Lingo funciona con un equipo de embajadores y voluntarios que cumplen roles esenciales. El “Flagger” entrega las banderas y recibe a los asistentes, el “Cupid” mezcla a locales y extranjeros en charlas informales, y el “Vulture Hunter” asegura que nadie quede atrapado en una conversación incómoda. Este sistema garantiza que el ambiente se mantenga relajado y divertido para todos.
Mundo Lingo es, además, una forma de enriquecimiento cultural, ya que muchos quizás estudiaron un idioma, pero no tuvieron la oportunidad de viajar para practicarlo.
LA NACION
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