viernes, 27 diciembre, 2024
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Ricardo Alfonsín: «No me siento cómodo ni con Cristina ni con el PRO»

Ricardo Alfonsín, ex embajador de Argentina en España, lanzó recientemente el Frente Amplio para la Democracia (FED), una nueva organización política por fuera del radicalismo, y advirtió que es momento de ponerle un freno al gobierno. «Hasta ahora la UCR ha acompañado en el Congreso iniciativas presentadas por el oficialismo que nada tienen que ver con lo que históricamente representó el partido», expresó el también exdiputado nacional en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3)

Ricardo Alfonsín fue embajador argentino en España, presidente del Comité Provincial de la Unión Cívica Radical de Buenos Aires, diputado nacional y candidato a presidente por la alianza Unión para el Desarrollo Social. Es también el hijo más reconocido del expresidente que encabezó la restauración democrática en 1983.

En el último reportaje que hicimos; vos ya contabas tu decepción con el partido radical, con quienes estaban conduciendo el partido. Ahora directamente estás creando una nueva organización política por fuera del radicalismo. Me pregunto si lo que está sucediendo en Argentina con el radicalismo, y en parte con el peronismo, no es algo parecido a lo que sucedió con conservadores y liberales en Colombia, o con blancos y colorados en Uruguay, o con la socialdemocracia y la democracia cristiana en Alemania. Es decir, ¿estamos frente al ocaso más o menos permanente de los grandes partidos, como el radicalismo o, en menor medida, el peronismo?

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Algo tienen en común las cosas que han ocurrido en Europa, como con la democracia cristiana o el Partido Socialista, pero me parece que hay una diferencia muy importante. El partido radical no es que conservó su identidad; lo que pasó es que construyó un frente con la intención de conservar su identidad y, a partir de ella, influir en las decisiones del gobierno. Pero no lo hizo. Durante la gestión de Cambiemos, el radicalismo acompañó todas y cada una de las iniciativas, con alguna excepción, con Transener me parece, pero acompañó iniciativas que nosotros sabíamos que no eran las más adecuadas desde el punto de vista del radicalismo..

Incluso esa desnaturalización programática e ideológica llevó al partido a transformarse en representante de sectores sociales que son muy respetables, pero que no tienen nada que ver con los sectores que el partido nació para representar. Nosotros nacimos para acompañar a la clase media, los trabajadores, los jubilados, la pequeña y mediana empresa, la salud pública, la educación. Con desviaciones, es cierto, a lo largo de la historia, pero esencialmente el partido ha luchado por la justicia social, lo que este señor llama una aberración, y por otro lado afirmaba la cuestión republicana y democrática como un aspecto muy fuerte de su identidad. Esto también se ha venido debilitando.

Yo no sé cómo guardan silencio frente a las cosas que están ocurriendo en este país, con este gobierno. El año pasado se rasgaban las vestiduras durante la gestión anterior por cosas mucho menos preocupantes. Sin embargo, en este caso no hacen nada. Antes organizaban marchas por la democracia y acusaban al gobierno de ser una autocracia o de reclamar la suma del poder público, sin que, desde mi punto de vista, existiera ninguna razón que justificara esa posición. Pero ahora no sé… les parece bien aprobar decretos de necesidad y urgencia (DNU) que son de los más inconstitucionales que se conocen desde 1994. No dicen nada, salvo algunas excepciones, respecto de la posibilidad de designar jueces de la Corte por decreto. Les parece bien que el Presidente trate de la manera en que lo hace no solo a los políticos que no piensan como él, sino también al periodismo y a los empresarios.

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En fin, yo creo que lo que decíamos en 2023, que La Libertad Avanza entraña un riesgo para la democracia, está quedando demostrado en los hechos. Y si en 2025 no logramos modificar la correlación de fuerzas que existe en el Congreso hoy, que es de derecha, genuina u ocasional, y si no logramos colocar más diputados preocupados por la justicia, la república, la independencia de los poderes, la democracia, el trato respetuoso y el diálogo, estas cosas se van a profundizar. Teniendo en cuenta además que este señor se puede sentir envalentonado por un triunfo y por el que se produjo como Presidente, que tiene bastantes coincidencias, incluso desde ese punto de vista.

¿Qué posibilidad ves de que se creen las condiciones para que surja, podríamos decir, un «centro extremo»? Ni kirchnerismo ni Milei. ¿O creés que, por el contrario, cuando parece más negra la noche es porque está por amanecer y que este caos va a ser el partero de una síntesis que Argentina se debe hace más de 50 años?

No creo que haya extremos en Argentina. En todo caso, creo que hay una extrema derecha. No veo que haya una extrema izquierda con posibilidades de ganar. Eso del centro no sé qué es. ¿Por qué no me dicen, esto lo dicen los radicales, qué piensan, por ejemplo, del rol del Estado en la economía? ¿Qué creen sobre la relación del Estado con los recursos naturales? ¿Qué opinan del sistema tributario, de las relaciones comerciales de Argentina, o de los alineamientos automáticos a los que nos está conduciendo este gobierno? ¿Qué piensan del sistema privado de jubilación o del sistema de reparto, que se basa en la solidaridad intergeneracional? ¿Qué es lo que piensan del sistema laboral? Porque parece que quieren hacer reformas que retrotraerían la relación capital-trabajo a tiempos más injustos que los actuales.

Pero que digan esas cosas en lugar de andar buscando categorías que nadie sabe bien lo que quieren decir. Lo cierto es que, hasta ahora, han acompañado en el Congreso iniciativas presentadas por el oficialismo que nada tienen que ver con lo que históricamente representó la Unión Cívica Radical. Ojalá cambien. Las diferencias las tienen, en todo caso, con relación a la extrema derecha. Ahí sí se dan diferencias.

¿Qué hacer con el gobierno de Milei? Hay unos que quieren acercarse, no sé cómo pueden hacer una propuesta de esa naturaleza. Y hay otros que dicen que tenemos que mantenernos con autonomía. Yo hablo todavía en primera persona del plural, como si siguiera siendo radical, pero bueno, desde el punto de vista de las ideas, sí. Pero desde el punto de vista de lo que proponen para poder enfrentar las próximas elecciones, no hay cambios. O arreglan con el PRO de (Mauricio) Macri o arreglan con el PRO de (Horacio Rodríguez) Larreta.

Ricardo Alfonsín consideró que la alianza con el PRO le trajo al radicalismo más retrocesos que progresos.

Los conozco a los del PRO de Larreta, lo quiero mucho. A (Emilio) Monzó, a (Nicolás) Massot, a (Soledad) Acuña, a (Miguel Ángel) Pichetto. Pero bueno, no representan ningún cambio. Ningún cambio, por lo menos con respecto al año 2015. Yo no creo en esas categorías; no sé qué quieren decir, porque ocultan mucho más de lo que explican. Ya estoy un poco curado de espanto con el radicalismo porque hace diez años, Jorge, diez, que vengo escuchando lo mismo: que era un acuerdo táctico, que cuando llegara el momento tenemos que ver qué hacemos para recuperar nuestra presencia gravitante en la Argentina y reencontrarnos con nuestras ideas. Primero era con el kirchnerismo, ahora con Milei, pero siempre están juntándose con la derecha.

¿Entonces entiendo que te sentirías más cómodo con Cristina Kirchner que con el PRO?

No, no, no. Yo no me siento cómodo con ninguno de los dos. Si tengo más coincidencias con el peronismo, te voy a explicar por qué.

¿Encontrás una diferencia entre el peronismo y Cristina Kirchner?

Yo no me quiero meter en la interna, pero creo que sí, que hay diferencias, como hay en todos los partidos. El que crea que en un partido va a encontrar unanimidad, bueno, que no se acerque o que se preocupe, porque si hay unanimidad, hay algo está fallando en ese partido.

Te digo más, el radicalismo, lo decía Mariano Grondona ya en La Nación cuando escribió un artículo, tenía que integrar un frente de centro-derecha, y el kirchnerismo tenía que «republicanizarse» y transformarse en una fuerza republicana democrática de centroderecha. Yo tengo diferencias, las he tenido a lo largo de la historia y creo que todavía habrá que demostrar si hay razones para seguir teniendo esas diferencias, con el peronismo desde el punto de vista institucional y republicano. También tengo críticas para hacerle a nuestro propio partido. Lo que ocurrió después del ’55 fue muy grave, ¿no? Así que no estamos como para tirar la primera piedra tampoco.

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Pero bueno, la alianza con el PRO no representó ningún progreso en términos institucionales. Ninguno. Yo sé lo que te digo, Jorge. Ningún progreso en términos institucionales. Es más, debutamos en esa alianza designando jueces de la Corte por decreto. Y a mí me llamaban del comité para que no dijera nada. Pero, ¿a vos te parece que yo podía callarme la boca cuando había sido uno de los que había discutido porque se hablaba acerca de la posibilidad de que el radicalismo arreglara con el kirchnerismo antes de que termine su mandato la designación de jueces de la Corte por decreto? ¿Cómo me iba a callar la boca con ese tipo de cosas?

Después lo que ocurrió con los jueces… ¿Cuántos jueces fueron designados sin cumplir con los procedimientos establecidos en la ley y la Constitución? Probablemente la gente no sabe de eso, pero sí, yo lo he visto, lo he estudiado, leí artículos… Pero bueno, la gente no le da importancia o relativiza estas cuestiones. Lo que ocurrió con la SIDE, no me acuerdo cómo se llamaba el interventor en el tiempo de Macri, casos de espionaje… Pero, ¿eso qué tiene que ver con la República?

Muchas otras cosas que ocurrieron que no representaron ningún progreso en términos republicanos. Y cuando hablo de términos republicanos, no hablo solamente de respetar la división de poderes, que sí, es importantísimo, pero también de otras cosas: de ser honesto en el debate público, intelectualmente, de dialogar, de no creer que el adversario es culpable de todos los males y que nosotros somos los dueños de todas las virtudes. No hay que transformar al adversario en un perverso. Es una cultura la cultura republicana. Y Cambiemos no representó ningún progreso. Aunque de esto no se hable, no representó ningún progreso. Diría que en algunas cosas, incluso, hubo retrocesos.

FP

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