Desde este espacio dábamos cuenta hace unos meses de la alerta dada por entidades ligadas a la problemática del consumo de drogas respecto del elevado uso de estupefacientes a edades cada vez más tempranas. Según la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), “vivimos hoy en una república que está planteada para que el narcotráfico prospere”. La entidad advirtió también que más de 15.000 estudiantes se dedican a comercializar drogas en las escuelas. Por otra parte, la Encuesta Nacional sobre Consumos y Prácticas de Cuidado difundida en 2023 por la Sedronar y el Indec reflejó el importante aumento en el consumo de marihuana: el 13,8% dijo haberla consumido con fines recreativos o terapéuticos, contra el 10,7% del año anterior. La edad promedio de inicio es a los 19,8 años, más temprano que la de la cocaína (20,8 años).
Hace pocos días concluyó la quinta edición de Expo Cannabis en La Rural, el evento sobre cannabis medicinal, industrial y de uso adulto más importante de América Latina. “Vení a conocer, aprender, compartir experiencias y construir la realidad del cannabis en Argentina” rezaba la invitación. Los programas incluían la presentación de nuevas variedades, contactos con bancos de semillas y criadores, talleres sobre el cultivo y la extracción, venta de semillas y esquejes, así como también la posibilidad de consultas con médicos especialistas, conferencias y workshops de formación para profesionales de la salud.
Más allá de los beneficios que el uso del cannabis medicinal plantea, está claro que en torno a su cultivo y comercialización se mueven importantes intereses económicos
El cannabis es una droga psicoactiva, depresora del sistema nervioso, obtenida de la especie herbácea del mismo nombre y que se conoce también como marihuana. Su principal compuesto es el tetrahidrocannabinol (THC). Su uso terapéutico contempla actualmente el tratamiento de patologías como glaucoma, artritis reumatoide, VIH, Alzheimer, asma, cáncer, dolores crónicos de difícil control, enfermedad de Crohn, epilepsia, esclerosis múltiple, insomnio y Parkinson.
Un grupo de 27 instituciones, destacados profesionales de la salud mental y activistas contra las drogas hicieron público su enérgico rechazo a la presencia de un sector asignado a los niños dentro de la exposición. Los organizadores habían dispuesto en el predio una huerta de cultivo de Cannabis Sativa, que se sumó a los puestos en los que se fomentaba un supuesto uso recreativo de la planta. “¿Cuál es la necesidad de ingresar a los niños en un entorno que fomenta el cultivo y el consumo de sustancias perjudiciales?”, se preguntaron con razón en una carta abierta difundida con el título “La Industria de la marihuana y un negocio que florece”.
El texto plantea sin ambages información comprobada respecto de cuánto afecta el consumo la función cerebral en general, y particularmente la memoria, los aprendizajes, la atención, la toma de decisiones, la coordinación, las emociones y el tiempo de reacción. Señala también que está verificado que el uso de THC en la adolescencia aumenta 11 veces las posibilidades de tener un brote psicótico. Lamentablemente, si los organizadores no pueden reconocer las notorias diferencias y la delgada línea que separa el uso medicinal del consumo adictivo de la marihuana, qué puede esperar el público en general y en particular los jóvenes.
No es posible que en beneficio de unos pocos se pueda inducir o perjudicar a quienes pueden convertirse en protagonistas de una adicción
Resulta sumamente peligroso el aumento del consumo adictivo de drogas, con campañas siempre insuficientes frente a un exponencial crecimiento del narcotráfico que lucra con ellas. Somos testigos de este tan dramático como creciente consumo extendido de sustancias con leyes que no garantizan el derecho a la salud de los adictos. Las dificultades para acceder a internaciones o tratamientos efectivos, apenas al alcance de unos pocos, son grave obstáculo para su recuperación y reinserción. Los reclamos sobre la obsolescencia de una ley de salud mental que no libera a las familias de trabas e impedimentos al momento de internar a un paciente que padece una adicción que compromete su integridad y su salud siguen en el tapete.
Más allá de los beneficios que el uso del cannabis medicinal plantea, está claro que en torno a su cultivo y comercialización se mueven importantes intereses económicos. El Ministerio de Salud de la Nación oficializó cambios en los requisitos para inscribirse en el Registro del Programa Nacional de Cannabis Medicinal (Reprocann). Se exige ahora contar con indicación médica para su uso, así como una diplomatura o maestría al respecto. El Estado deberá también monitorear que las actividades que convoquen a los interesados en estos temas preserven debidamente a los más vulnerables. El reclamo planteado por quienes con preocupación observaron el peligro de querer involucrar livianamente a los más pequeños en una exposición resulta absolutamente válido. No es posible que en beneficio de unos pocos se pueda inducir o perjudicar a quienes pueden convertirse en protagonistas de una adicción.
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