«Engendros», «tortas», «gorda sucia», eran los términos con los que Justo Fernando Barrientos se refería a las cuatro mujeres que vivían al lado de su habitación en el hotel ubicado al sur de la ciudad, en la calle Olavarría 1621. Las odiaba por el simple hecho de ser lesbianas. Así lo señalan los vecinos que fueron testigos del hostigamiento, las peleas y discusiones, las denuncias a la policía por parte de las agredidas. Incluso señalaron el recuerdo de la última Navidad, en la que el hombre hizo explícito su odio y les advirtió a Pamela Cobbas y a Roxana Figueroa que las iba a matar. Y lo hizo.
Cerca de la medianoche del domingo 5, en ese conventillo del barrio porteño de Barracas, Figuroa ejecutó su ataque: arrojó un explosivo a la habitación de las mujeres mientras dormían. Pamela y Roxana terminaron muertas. Andrea Amarante y Sofía Castro Riglos están internadas en estado de gravedad. El lesbicida quedó detenido pero logró dar cauce a su odio y cumplir con su amenaza.
Cuando el humo y las llamas las hicieron reaccionar e intentaron salir del cuarto, Barrientos forcejeaba, pegaba y pateaba para mantenerlas adentro. Los vecinos también atestiguaron esta escena, y las vieron finalmente poder llegar al baño compartido para apagar el fuego que quemaba sus cuerpos.
Inmediatamente llegaron los bomberos y las mujeres fueron hospitalizadas. Pamela murió a las horas, la madrugada del lunes. Roxana, su pareja, resistió dos días más, pero perdió la vida el miércoles. Andrea y Sofía continúan internadas una con el 90% del cuerpo quemado y la otra con el 75%, aunque con pronósitco más favorable según los informes médicos.
Hasta el momento, solo hubo una amiga de una de las mujeres que se hizo presente por el caso. De las demás, no hubo reclamos ni visitas. Incluso las organizaciones promovieron empezar a difundir el nombre de Roxana, como la conocen sus familiares -en vez del de Merces (su primer nombre), que es con el que la identifican sus amistades-, para intentar poder dar con sus allegados.
«Es muy triste como ciertas identidades quedan al margen y ni sus cuerpos los reclaman los familiares. Es doloroso, pero es real», comenta a Página 12 Jesi Hernández militante y activista LGBTI+ e integrante de la comunicación de Autoconvocades de Lesbianes por Barracas, que acompaña a las víctimas y, en conjunto con el apoyo de otras organizaciones, se encargan de gestionar distintas protestas en todo el país para visibilizar el caso como lesbicidio y reclamar justicia por las mujeres, violentadas po su orientación sexual.
Durante la semana, emprendieron acciones en Mar del Plata, Junín, Rosario, Salta y otros lugares del territorio nacional. El miércoles llevaron adelante en la Feria del Libro un rechazo a Nicolás Márquez, el biógrafo de Javier Milei, por sus dichos odiantes contra la comunidad LGTBI+. Además, este viernes se movilizaron frente al Congreso junto a unas 60 organizaciones transfeministas y de diversidades, agrupaciones políticas, sindicatos, asambleas barriales, centros de estudiantes y colectivos artísticos.
«Nos juntamos porque, desde la vivencia, entendemos a la perfección que los discursos de odio que circulan en los medios repercuten directamente en nuestras vidas. Nicolás Márquez dijo que las personas que pertenemos al colectivo LGTBI+ tenemos conductas insanas y autodestructivas. Hay que entender que esos discursos cuestan vidas«, remarca Hernández.
En línea con esto, las organizaciones denuncian un cambio de carátula en la causa para que sea juzgada como crimen de odio porque, si bien Barrientos quedó detenido –con la investigación en manos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 14, a cargo de Edmundo Rabbione– la Justicia solo lo acusa en carácter de homicidio y lesiones graves.
Informe: Carla Spinelli