Las lluvias de febrero llevarían la cosecha de la oleaginosa a 50 millones de toneladas. La enfermedad que afecta al cereal es transmitida por la “chicharrita” y llegó desde el norte del país a Córdoba y Santa Fe.
La soja alcanzaría las 50 millones de toneladas, es decir 500 mil más (1,01%) que hace un mes, y el maíz se mantiene en 57 millones, pero hay incertidumbre por “el inédito ataque” de spiroplasma, según el informe mensual de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) sobre estimaciones a nivel nacional.
Las lluvias de febrero lograron poner un piso a la oleaginosa y hay una pequeña mejora de 500.000 toneladas respecto a lo estimado en febrero. Pero los maíces tardíos están en jaque: la enfermedad que es transmitida por “la chicharrita” y típica del norte, llegó a Córdoba y Santa Fe, y se observan fuertes daños.
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El número de hectáreas pérdidas sigue en 750.000 y con 17,3 millones de hectáreas implantadas en este ciclo, la producción argentina de soja se estima en 50 millones, medio millón de toneladas más que hace un mes. “Respecto al malogrado ciclo pasado, el país producirá una cosecha y media más que en lo que fue el peor ciclo de la agricultura moderna en Argentina”, indicó.
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Por otro lado, la BCR indicó que, tras el bloqueo seco del fenómeno “El Niño”, volvió a imponerse en febrero y principios de marzo, pero no para todos
“Febrero terminó en gran parte del país con lluvias que superaron las medias mensuales. El cambio llegó tarde: la ola de calor se impuso sobre la condición de la oleaginosa, arrebatando la posibilidad que había de alcanzar una supercosecha de 55 millones de toneladas”, detalló el reporte.
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Las precipitaciones comenzaron a llegar después del 7 de febrero. Santa Fe, sobre todo el centro, Córdoba y buena parte de Buenos Aires y La Pampa, recibieron registros que superaron la media del mes pasado.
Pero hubo excepciones, zonas que quedaron al margen y aún hoy siguen sin recuperarse: el centro este y NE bonaerense por un lado, SO también de Buenos Aires, centro de Córdoba, San Luis y gran parte del área productiva de Chaco y Santiago del Estero.
“Las lluvias han ganado continuidad desde el inicio de marzo y siguen presentes incluso en las recientes horas: las tormentas ya han pasado por la franja central y hay nuevos pronósticos de que la inestabilidad seguirá presente en gran parte del centro de la región pampeana hasta comienzos de la próxima semana”, pormenorizó.
De este modo, las precipitaciones, a partir de febrero, pusieron un piso a los rindes y mejoraron las condiciones de llenado de las sojas de primera.
En las de segunda, si bien tuvieron un gran impacto en la recuperación, en términos productivos es limitada, ya que venían muy afectadas. Con este panorama, el rinde nacional alcanza una pequeña mejora pasando en marzo a 30,2 quintales por hectárea, apenas 0,3 más que en el informe anterior.
Santa Fe y Córdoba encabezan con una pequeña ganancia las mejoras de rinde respecto a febrero
En Santa Fe, desde el norte de Rosario hasta la gran área de influencia de Rafaela, la soja ha tenido mejoras que contribuyen a subir la media productiva en casi un quintal. La provincia consolidaría así los 36,7 quintales por hectárea, dejando atrás la “bajísima marca” del año pasado de 13,2 quintales.
Córdoba le sigue con una suba intermensual de 0,9 y un promedio de 32,2 quintales, lejos de las mejores marcas, de 36,5 quintales, pero también lejos de los 15 del ciclo pasado, cuando se sufrió una de las peores sequías de la historia.
En Buenos Aires, hay un pequeño ajuste a la baja, quedando con 29,6 quintales, contra los 17 de la campaña 2022/23.
En Entre Ríos y siguiendo los números del SIBER de la Bolsa Entrerriana, hay una caída importante: 3 quintales respecto a un mes atrás, que surge del pobre desempeño de la soja de segunda, que ocupa el 60% del área sembrada.
En el norte argentino, lo que suceda con las lluvias de los próximos días será importante para seguir limitando los daños, ya que la soja está entre fructificación y principios del llenado y las precipitaciones han sido escasas y muy heterogéneas durante buena parte de febrero, según pormenorizó el reporte.
Preocupación por el ataque de “chicharrita” al maíz
Las labores de cosecha alcanzan el 3% de avance a nivel nacional, cuando para esta fecha suele estar cerca del 10%. El desplazamiento que hubo de las fechas de siembra por la falta de agua, que recién se revirtió a finales de octubre, se siente en una cosecha que va muy lenta y aún más con las recientes lluvias.
En los rindes de región núcleo también preocupa que la cosecha ha empezado con valores que rondan en los 100 quintales, muy por debajo de los 110 a 120 que se esperaban de los maíces tempranos. El “adelgazamiento”, la pérdida de peso en el llenando de granos por la ola de calor, ha afectado en buen grado a los primeros lotes que se están levantando.
Pero lo que está encendiendo todas las alarmas de la región central, en particular en las provincias de Córdoba y Santa Fe, es el alcance y daño que se está observando por spiroplasma en maíces tardíos. Se trata de una enfermedad que está asociada a un vector: la “chicharrita”.
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Si bien esta enfermedad es típica del norte del país, este año por condiciones de clima (falta de agua y calor), la forma escalonada en la que se ha sembrado y el aumento en hectareaje del maíz tardío, la plaga muestra un crecimiento poblacional y una cobertura que no había sido antes vista.
“Cuando parecía que las tandas de maíces tardíos, los sembrados del 10 al 15 de diciembre en adelante, estaban mejorando su performance productiva en Córdoba y Santa Fe, se multiplicaron en las últimas semanas los comentarios de técnicos alertando por el fuerte impacto y el daño observado por este problema”, advirtió el reporte.
En el centro de Santa Fe, hay lotes que no se van a cosechar por Spiroplasma, como por ejemplo en López y Gálvez. Hay técnicos que dicen que unas semanas atrás, esperaban un daño de 5% al 10%.
Pero al avanzar la etapa reproductiva, estiman ahora pérdidas del 70% al 80%. “Nos tomó a todos por sorpresa. No hubo forma de pararlo”, aseguraron.
El daño es distinto según zonas, fechas de siembra y variedades. “Hay lotes muy afectados que cuanto mucho podrán dar 15 quintales por hectárea. Bajó del norte, llegó hasta a Río Cuarto, San Martín de las Escobas, Cañada de Gómez y hasta San Nicolás”, señaló.
En Santiago del Estero, si bien suelen ser afectados por spiroplasma, y sufren daños de 5% a 10%, ya tienen establecidos protocolos de control. Pero este año cuentan que el ataque muestra un nivel de daño mucho mayor.
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Allí, ya hay lotes dados por perdidos, y otros con daños del 30% y hasta del 50%. “Pero la enfermedad no para, y puede ser peor. No sabemos que vamos a cosechar”, explican.
En Chaco, la situación es bastante similar. Los técnicos alertaron: “El daño puede manifestarse hasta 120 días después del ataque. El virus y las bacterias que transmite el vector pueden cortarle el llenado a la planta. Por eso es una enfermedad que genera tanta incertidumbre. No sabes cómo vas a encontrar mañana al cultivo”.
“Lamentablemente, la gravedad de la situación parece indicar que se está ante un nuevo recorte de la producción maicera argentina. Mientras tanto, se siguen manteniendo los guarismos de febrero: un rinde de 76,9 quintales por hectárea a nivel nacional y una estimación de 57 millones de toneladas para la producción de maíz 2023/24″, indicó el informe.
Sin cambios en el hectareaje implantado, se mantiene así una superficie de siembra a 8,61 millones de hectáreas, de las que se descuenta 1,2 millones para dar con la superficie destinada a grano comercial.