Córdoba volvió a ser escenario de campaña nacional. Este viernes, Javier Milei eligió la provincia como punto de partida para relanzar su estrategia electoral: primero con un acto en la Bolsa de Comercio, después con una convocatoria en el Parque Sarmiento. El doble gesto fue leído como una búsqueda de equilibrio entre el Círculo Rojo y la militancia, entre la validación institucional y la épica de la calle.
Pero el terreno no es el mismo que en 2023. Milei ya gobierna, la marca presidencial carga costos, y el tablero cordobés muestra una recomposición con Provincias Unidas en despliegue, Schiaretti encabezando algunas encuestas y un electorado que combina orgullo local, desencanto y límites sociales claros.
La presencia del Presidente en Córdoba se inserta en una semana difícil para el Gobierno —dólar presionado, riesgo país alto, caida de los vetos— y en un contexto en el que los gobernadores ganan peso político y mediático.
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En ese cruce, la provincia vuelve a funcionar como kilómetro cero de la campaña, aunque ahora con otro signo, otras alianzas electorales y, por ende, bajo otra tensión.
La foto del viernes, la película del 26-O
El Presidente buscó dos imágenes en un mismo día: hablar en la Bolsa de Comercio y mostrarse en el Parque Sarmiento rodeado de militantes (según Policía, 5.000). Para Marisa Haedo, especialista en comunicación política y gubernamental, creativa y directora de la agencia Auténtica, la clave está en la carga simbólica más que en la sofisticación táctica: “En Córdoba, Milei busca un lugar seguro y contener a los propios”, interpreta.
El doble acto, entonces, deja una foto institucional y otra militante, pero en ambas late la misma intención: reafirmar identidad libertaria y dar señales de continuidad a quienes ya lo acompañaron.
En el acto por el 125.º aniversario de la Bolsa, Milei acusó al exgobernador Juan Schiaretti de plantear un plan fiscal que implicaría aumentar el déficit en 7 puntos del PBI, lo cual para él requeriría un IVA del 42 %.
Dijo que “los procesos de cambio siempre generan resistencias del status quo” y que el pánico político que se está gestando ha generado “una descoordinación enorme en términos de riesgo país” y cargó contra Schiaretti: «locura gastomaníaca», fue el término utilizado. El exgobernador y candidato por Provincias Unidas respondió al instante. El Presidente “miente descaradamente” , retrucó, y defendió reforma sin más presión, IVA provincial, quitar impuestos distorsivos y combatir la evasión.
Provincias Unidas territorial
Así, mientras Milei ensaya gestos de reafirmación, el cordobesismo opera desde otro plano. Provincias Unidas busca proyectar un federalismo activo y se despliega en territorio con intendentes, centros vecinales y actos locales.
“Estas alianzas llegan un poco tarde -advierte Haedo- La gente ni siquiera sabe todavía qué están haciendo; ese tipo de construcciones se solidifican con tiempo y acciones visibles.”
Para la consultora en comunicación la ecuación es simple: la estructura moviliza, pero lo decisivo es la imagen del cabeza de lista: “Se vota a personas: si el cabeza de lista trae más votos, la marca no alcanza”, advierte. En Córdoba, esa persona es Juan Schiaretti, con buena imagen y reconocimiento transversal: “En Córdoba, la imagen de Schiaretti pesa y desbalancea la elección”, señala.
Marca vs. territorio cuando se gobierna
En 2023, Milei ganó Córdoba sin avalar candidatos. Hoy la situación es distinta: la marca presidencial ya no es solo promesa, sino también gestión, con sus costos y desgastes. La campaña local de LLA lo sabe y por eso refuerza la identificación total.
“La consigna ‘Fulano es Milei’ absorbe al candidato local”, observa Haedo.
El discurso en la Bolsa, con ataques directos y acusaciones fiscales, se enmarca dentro de ese esfuerzo por exprimir la marca al máximo. Pero ese esfuerzo también abre vulnerabilidades: cuando se cuestiona su discurso con cifras reales, cuando se comparan costos, cuando los votantes piden certezas locales.
Identidades políticas en juego
Más allá de números, la elección cordobesa se juega en un terreno de identidades: Consultada al respecto, Haedo lee a Córdoba como “lugar seguro para la derecha”. Un kilómetro cero de proyectos nacionales. Se suma el cordobesismo como identidad política local, orgullosa, que defiende intereses provinciales frente a Buenos Aires y un antimileísmo como identidad negativa que crece, más allá de partidos o ideologías.
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En este marco, Haedo insiste en que la emoción prima sobre la razón, especialmente en el segmento clave de los indecisos: “Entre emoción y razón, en esta recta final prima la emoción”, afirma.
A esos indecisos ella prefiere llamarlos desencantados: en su mayoría hombres jóvenes, que en 2023 fueron el núcleo de apoyo a Milei y hoy se sienten defraudados. ”El desencanto no es vacío, es el mismo segmento que antes confió en Milei. Hoy se siente defraudado: descubren que hay límites morales y que no todo vale”, describe Haedo.
El desencanto se traduce en menor participación en algunas convocatorias electorales, pero también en señales de compromiso inesperadas: “Se esperaba una participación más baja de la que hubo… la gente sí entiende para qué sirve una elección de medio término”, agrega en relación con la elección en Provincia de Buenos Aires.
Ese movimiento pendular muestra que el voto no está perdido: puede regresar a las urnas si percibe que hay algo en juego más allá de consignas abstractas.
Menos radicalidad y contención social
Las identidades no son solo culturales, también son morales y sociales. Haedo identifica tres límites claros que el electorado no está dispuesto a cruzar: “Universidad, salud y federalismo son líneas que la gente no quiere que se crucen”, enfatiza.
En ese contexto, el discurso de Milei en la Bolsa incluyó críticas al status quo, pero también apelaciones a responsabilidad fiscal, equilibrio, y la preocupación por el déficit. Ese tipo de mensaje endurecido puede generar reacciones tanto de rechazo como de respaldo: depende de cómo las fuerzas opositoras articulen la gestión local como alternativa.
La sociedad parece demandar una campaña con menos estridencia ideológica, con menos polarización gratuita, y con señales de contención social. La democracia concluye la especialista, funciona también como correctivo: “Las elecciones de medio término muestran que no hay cheque en blanco.”