Durante varios años, Noelia Pompa fue una de las figuras más queridas del medio local. Con su carisma y talento conquistó a Marcelo Tinelli, al jurado del Bailando por un sueño y a todo un país. Junto a Hernán Piquín, ganó dos ediciones consecutivas del certamen, en 2011 y 2012, y se volvió una celebridad de la noche a la mañana.
Pero detrás del brillo había una historia personal mucho más profunda. Y, en las últimas semanas, la artista habló con una sinceridad conmovedora sobre las razones que la llevaron a dejar la Argentina y buscar nuevos horizontes en España.
“Desde que estuve en el Bailando, allá por 2011, mi vida fue una aventura… demasiadas cosas juntas como para poder digerir”, expresó. La exposición, los elogios repentinos y las expectativas ajenas la desbordaron.
“¿Por qué me fui? Para sanar problemas anímicos”, explicó. Noelia se sinceró sobre los ataques de pánico que comenzó a sufrir, en un momento donde nadie hablaba abiertamente de salud mental. “En 2016 no era tan fácil contar eso, lo de los ataques de pánico. Todos te decían ‘¡Ay, dale, si estás re bien!’ y te sentías obligado a callar”, recordó con emoción Noelia.
DE LA FAMA AL SILENCIO, Y DE LA TERAPIA AL AMOR
Fue entonces cuando apareció una oportunidad inesperada: sumarse al elenco de The Hole Zero, un espectáculo circense que la llevó a Málaga y, más tarde, a recorrer distintos escenarios de Europa.
“Me recibieron muy bien, todo muy lindo, pero también estaba el hecho de estar sola, tener que adaptarme. No fue tan fácil como parece hoy. Aunque no pasaron 10 años, la tecnología de ese momento no era la de hoy. Todo cambió”, confesó.
En ese proceso, la terapia y el apoyo de su mamá Nélida fueron claves para atravesar el cambio. “Cuando empecé terapia, antes de irme, había cosas internas que tenía que sanar”, rememoró.
A su nueva vida también llegó el amor. En 2017 conoció a David, un chef español que fue a verla al teatro y se animó a conquistarla con un picnic en el parque El Retiro. “Al principio me costaba un poco, pero entró bien. Fue muy dulce y me conquistó”, contó entre risas sobre lo que vivió en Madrid.
“Empezamos al año que me fui, en 2017. Él fue a ver la obra y yo nunca me iba a imaginar que iba a salir con alguien del público. Nos empezamos a conocer a través de una amiga. Al principio me costaba un poco, pero me hizo un picnic en el Retiro, así que ahí entró bien porque él es chef», agregó.
Noelia encontró en Europa no solo un espacio laboral, sino también una nueva identidad personal, lejos del personaje público. “Creo que influyeron muchas cosas del pasado. Básicamente no sentirme aceptada… ahora me quiero de verdad”, reconoció la bailarina, que también vivió en Alemania y Suiza.
Esa aceptación, dice, la trabajó en terapia durante mucho tiempo: “Pasó que de pronto sentía que no me aceptaban y de un día para el otro todo era lo mejor. Eso es lo que hablé en terapia, es como un monstruo dormido que de pronto se despierta”.
Hoy, con otra perspectiva, reconoce que la mirada del otro todavía le pesa, aunque menos que antes. “Al no ser conocida, cambia un poco, pero también sentís que te miran o cuchichean. Es una condición del ser humano”, reflexionó.
Su historia es la de una mujer que se atrevió a parar, escucharse y rehacer su camino desde el amor propio. “Ahora me quiero de verdad. Y todo lo que hice fue para eso: para sanarme”, aseguró Noelia con el corazón en la mano.