Dos semanas era el plazo que a manera de ultimátum había lanzado Donald Trump para que Irán cediera en su posición de fuerza y evitara con ello que Estados Unidos interviniera de manera más directa en el conflicto. Una cuenta regresiva hacia posibles ataques aéreos que dejarían caer las temibles bombas antibúnker, capaces de perforar el suelo y las montañas y destruir las instalaciones nucleares subterráneas donde el gobierno de Teherán estaba a punto de obtener la bomba atómica, según las denuncias esgrimidas por Israel para lanzar su ofensiva “preventiva” el pasado 13 de junio.
Al cierre de la publicación de esta nota, el presidente de Estados Unidos decidió, una vez más, patear el tablero y tras un ataque relámpago a tres centrales nucleares iraníes una planta de enriquecimiento de uranio, posteó en las redes que «ahora es el momento de la paz». Poco después, en un escueto mensaje al país en la Casa Blanca en el que trató al gobierno de Teherán como “el matón de Medio Oriente” y calificó los bombardeos norteamericanos como un “éxito militar espectacular”, el magnate republicano advirtió que Irán rogará que haya paz o habrá “una gran tragedia” para ese país.
Antecedentes de la escalada
Cerca de 19 años, en diferentes etapas, son los que Benjamín Netanyahu ha estado al frente del gobierno del Estado de Israel, fundado en 1948, y aunque casi siempre Irán y su latente “amenaza nuclear” fueron su principal hipótesis de conflicto, nunca la escalada retórica y las operaciones “encubiertas” se habían traducido en tantas acciones y contraataques armados.
Más de 600 muertos y tres mil heridos ha reportado Irán como consecuencia de los ataques con los que Israel dice haber descabezado además a parte de la cúpula militar y de la Guardia Revolucionaria. Este sábado, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, anunció que las fuerzas de su país abatieron a Saeed Izadi, quien dirigía los asuntos exteriores de ese cuerpo de elite iraní.
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Estaba sindicado como uno de los soportes ideológicos y financieros de la cruenta operación terrorista perpetrada el 7 de octubre de 2023 por Hamas en el sur de Israel, que dejó 1.200 muertos, y cientos de heridos, además de más de 250 secuestrados de los que 24 permanecerían aún con vida como rehenes en Gaza, devastada por la feroz represalia que aún no acaba.
Más allá de los eufemismos
Horas atrás, la Unión Europea dijo tener indicios de que Israel ha violado derechos humanos en la Franja, tras casi un año y nueve meses de bombardeos e incursiones que, según diferentes fuentes del lugar, cifran en más de 55 mil los muertos y las víctimas de un goteo letal que sigue siendo cotidiano, aunque ya no sea el epicentro de las noticias.
Más allá de la destrucción del pequeño territorio sobrepoblado por más de dos millones de palestinos, la ofensiva sobre Gaza descabezó a la cúpula del Movimiento de Resistencia Islámica y milicias aliadas, aunque a un altísimo costo en vidas de civiles, entre ellas miles de niños.
Casi en simultáneo, Israel asestó meses atrás duros golpes a la máxima dirigencia del Hizbollah, la fuerza política y militar proiraní en el Líbano. En algunos casos mediante acciones comando secretas y de sabotaje, y en otros con disparos de misiles en los llamados “bombardeos quirúrgicos”, eufemismo de las guerras contemporáneas del mismo tenor que el de “ataque preventivo”.
El primero de los ataques israelíes de hace ocho días sobre suelo iraní, fue lanzado apenas horas después de que el presidente argentino, Javier Milei, visitara la Knesset, el Parlamento que también por entonces se aprestaba a debatir una moción de censura contra Netanyahu.
El primer ministro y líder derechista justificó en un comienzo la ofensiva en la necesidad de impedir que Irán lograra dar el último paso hacia una bomba nuclear, pese a que las autoridades de Teherán venían negociando con el gobierno de Trump un acuerdo que permitiera encuadrar los planes iraníes en un uso pacífico de esa energía. Una suerte de pacto sustituto de aquel “Cinco más uno” que las potencias con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido) más Alemania, habían alcanzado con el régimen de los ayatolás en tiempos en que Barack Obama era el inquilino de la Casa Blanca.
Dos o tres años se han retrasado los planes nucleares iraníes con los golpes dados en la última semana por Israel, sostuvo el ministro de Exteriores de este país, Gideon Saar. Aunque otras afirmaciones de este canciller a veces han sufrido desmentidas de funcionarios de mayor rango. Un par de meses atrás aseguró que no era intención de su país permanecer en Gaza, algo que parecieron refutar otras opiniones de quienes, en el gobierno de derecha israelí, recibieron entusiasmados la afirmación de Trump de que podría convertir a Gaza en una nueva Riviera del Mediterráneo, previo desplazamiento o deportación de dos millones de palestinos a países árabes amigos como Egipto o Jordania.
“Rediseño” del tablero
Entusiasmado quizá por el “éxito” de sus acciones militares contra Hamas y Hizbollah y el bombardeo inicial sobre algunos puntos de Teherán, Netanyahu prometió un “Medio Oriente diferente” para cuando termine el conflicto con Irán, al tiempo que alentó un “cambio de régimen” en Teherán, aunque matizando que a ello deberían provocarlo los propios iraníes. En una entrevista calificó al ayatolá Alí Jamenei, líder supremo del gobierno teocrático chiíta, como “un Hitler moderno”.
También Trump aludió a Jamenei en una de sus advertencias a Teherán, al decir que Estados Unidos sabía dónde se escondía el ayatolá, aunque por ahora, palabras más palabras menos, no había decidido eliminarlo.
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Jamenei, de 86 años, se convirtió en máximo líder iraní en 1989, tras la muerte del ayatolá Ruholá Khomeini, quien en 1979 había sido ungido tras el triunfo de la Revolución Islámica que destronó al sha de Persia, Mohamed Reza Pahlevi. En las últimas horas trascendió que Jamenei ya ha elegido y mencionado a tres posibles herederos, por si es asesinado.
La retórica beligerante y las amenazas de cada bando aceleran o estiran los tiempos de nuevas ofensivas, mientras las iniciativas de diálogo o cese del fuego fracasan una tras otra, al menos hasta ahora.
Con el marco de negociaciones de líderes europeos en Ginebra, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, le remarcó a su colega de Irán, Masoud Pezeshkian, que Teherán nunca debe tener armas nucleares y para ello debe estar dispuesto a demostrar que sus planes y desarrollos son pacíficos. El ministro de Exteriores iraní, Abbas Araqchi, avisó que su país no volverá a la mesa de negociaciones mientras Israel no cese sus bombardeos. Y sugirió que una sola llamada de Trump a Netanyahu podría detener esta escalada.
La Organización Internacional de Energía Atómica (Oiea) advirtió a su turno que un ataque a determinadas centrales en suelo iraní podría desencadenar una catástrofe nuclear. Y mientras el presidente ruso, Vladimir Putin, se ofrece como “mediador” en el conflicto y alerta sobre el riesgo de una “Tercera Guerra Mundial”, en Estambul, los cancilleres de los estados que conforman la Organización de Cooperación Islámica, reunidos con la mirada puesta en la acuciante situación en Gaza, consideraron que “la defensa de Irán contra la agresión israelí es un derecho legítimo”.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, también usó en su argumentación una comparación con Hitler, pero esta vez colocó a Netanyahu como émulo del máximo jerarca de la Alemania nazi.
Dos semanas que pueden acabar antes, había deslizado Trump en su amañado ultimátum. Un llamado telefónico puede frenar todo alegaron desde Teherán. Prepararse para una campaña prolongada pidieron en Israel, a pesar de que los escudos antimisiles y “las cúpulas” de seguridad mostraron no ser tan inexpugnables como se pensaba y los ciudadanos y ciudadanas comunes sienten el hastío de casi dos años de vivir en guerra y décadas de no tener paz. Ahora todo parece empezar a escribirse con vértigo y sin pausa en esta historia donde resulta difícil imaginar un final cercano.