En el pasaje medioevo a la modernidad hubo un quiebre con la fuente del conocimiento pasando de una verdad revelada a una verdad investigada. Para que este cambio aconteciera, los poseedores del conocimiento revelado (los monjes) dejaron de ser los referentes y los científicos empezaron a ser los nuevos sacerdotes del saber. Este pasaje no fue fácil. Giordano Bruno fue quemado en la hoguera, Galileo tuvo de desdecirse en público, Spinoza tiene la excomulgación más extrema, la irrevocable. Los cambios de esta magnitud no son sencillos. El quiebre va más allá de la fuente del conocimiento, también involucra el método de interpretación de la fuente. Los sacerdotes de una forma de conocimiento tienen una profunda convicción de las bondades de su método. Apartarse de la fuente y del método de conocimiento, es decir, de una determinada forma de interpretar el texto de la Biblia, se castigaba severamente. ¿Porqué la dureza de las medidas (quemar, excomulgar, humillación pública)? Lo que se estaba castigando no era un texto, no era un discurso, era el cuestionamiento a algo mucho más profundo. Atacar a las fuentes y los sacerdotes del conocimiento es, en realidad, un ataque a la estructura misma de la sociedad, a sus valores, a su narración. Todo el sistema busca defenderse, los sacerdotes sentencian, las autoridades queman, y la gente asiste y vitorea. Se busca la seguridad de lo conocido.
Hoy estamos atravesando un cambio similar. A diferencia del pasado, recordemos que el presente nunca repite el pasado en sus formas, repite su esencia. Hoy, no es un nuevo método el que aparece y sustituye el existente. Hoy será la obsolescencia la que generará el abandono. Doy dos ejemplos.
Hoy muchos trabajos (papers) son escritos por la inteligencia artificial generativa (IAG) y, también, muchos papers tienen un proceso de revisión (review) con el empleo de la IAG. Si la AIG puede aplicar el método científico, cabe preguntarnos, ¿qué rol queda al humano en el proceso de comprensión del mundo que lo rodea?
No es casual el ataque de Trump a las universidades y es extremadamente simbólico que las acciones sean contra Harvard, la universidad más emblemática. Quitando recursos económicos para la investigación o para los viajes a eventos en el extranjero y al restringir el acceso a extranjeros, se limita la posibilidad de la polinización que genera un ámbito académico lleno de diversidad conceptual. Cabe aclarar que puede que Trump no sea consciente del rol que juega dentro de un movimiento histórico más amplio.
Hoy hablamos de crisis y enaltecemos la resiliencia; volver a lo conocido, a lo correcto, a la forma que nos da serenidad; sea éste el escrutinio de la Biblia o el escrutinio de la realidad a través del método científico. Sin embargo, hay momentos históricos en los cuales se abre la oportunidad a repensar todo el sistema social. ¿Serán estas señales una invitación a permitirnos abrir nuevas formas de acceder al conocimiento? ¿Será el momento de abandonar a Descartes? ¿Serán los viejos sacerdotes quienes identifiquen estas nuevas formas, o surgirán nuevos sacerdotes? En el cambio que vivimos hoy no es el ataque al futuro, es el ataque al presente lo que habilitará el nacer del futuro. ¡Esperemos que ninguno pase por la hoguera!
Directora del Espacio de Negocios Inclusivos de la UTDT.