jueves, 5 junio, 2025
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En la cancha industrial, el «Jogo Bonito» lo juega Brasil: Argentina es 30% más cara

Martín Rappallini, nuevo presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), trazó en Córdoba un diagnóstico integral sobre la industria y el presente del sector productivo. Si bien valoró los avances en la estabilización macroeconómica, alertó que las crecientes urgencias microeconómicas amenazan la competitividad industrial y complican la recuperación del empleo y la inversión.

Durante su visita a la provincia, Rappallini mantuvo un encuentro con el gobernador Martín Llaryora, acompañado por el presidente de la Unión Industrial de Córdoba (UIC), Luis Macario. En la reunión se abordó una agenda sectorial que incluyó temas como infraestructura, presión impositiva, reformas laborales, biocombustibles, el rol de las PYMES y la integración de Argentina al comercio internacional.

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Rappallini destacó el «entendimiento y la vocación» del gobernador para con la industria, al reconocer su rol clave en el desarrollo económico y social. «Córdoba es una provincia con gran vocación industrial», planteó.

Consenso en el rumbo macro, pero con advertencias

El titular de la UIA respaldó el objetivo de lograr equilibrio fiscal, reducir la inflación y normalizar la economía, considerándolos pasos imprescindibles para una recuperación sustentable. Sin embargo, advirtió que la estabilización macroeconómica, si no se complementa con medidas estructurales, no es suficiente.

«El proceso de desinflación comienza a revelar distorsiones acumuladas durante décadas, que hoy afectan seriamente la competitividad tanto en el mercado interno como en el externo», señaló y agregó: «la industria pide reglas de juego parejas y que el gobierno defienda la producción local, como lo hacen otros países».

El «Costo Argentino», eje del problema productivo

La pérdida de competitividad es, según Rappallini, el principal obstáculo para el desarrollo industrial. Bajo el concepto de «Costo Argentino», englobó factores que encarecen toda la cadena de valor: desde la producción hasta la logística y comercialización.

Entre los principales problemas de la industria argentina identificó la elevada presión tributaria, altos costos laborales, déficit de infraestructura, dificultades en capacitación, escaso acceso al crédito competitivo y falta de seguridad jurídica. Un combo que desalienta la inversión, especialmente en las pequeñas y medianas empresas.

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«No pedimos privilegios, solo condiciones similares a las que tienen quienes importan productos», remarcó.

Reformas estructurales, con prioridad en sectores transables

En el plano legislativo, Rappallini reclamó avanzar sin demoras —aunque con profundidad— en reformas clave como la laboral y la impositiva, una vez concluido el proceso electoral. Sugirió que el primer paso sea focalizar en los sectores transables, es decir, aquellos que compiten directamente con importaciones o exportaciones.

«La industria necesita reglas claras y condiciones competitivas para sostener el empleo y generar divisas genuinas», afirmó.

Un sector golpeado y con recuperación dispar

El líder industrial admitió que el sector vivió un año de fuerte ajuste, con caída en la actividad y pérdida de puestos de trabajo. Si bien algunos rubros —como el automotriz o los bienes durables— muestran señales de recuperación, otros como el textil, calzado y construcción siguen en crisis.

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También subrayó las deficiencias estructurales del país en materia de infraestructura —rutas, puertos, energía— y destacó la necesidad de inversión privada, que requiere a su vez de marcos regulatorios previsibles y seguridad jurídica. Mencionó a Vaca Muerta como una potencial ventaja competitiva, siempre que se avancen en obras como los gasoductos y se brinden garantías a los inversores.

Competitividad regional

Al comparar con Brasil, Rappallini fue tajante: «La industria argentina está entre un 25% y 30% más cara que la brasileña«. Atribuyó esta brecha a la falta de reformas estructurales que el país vecino sí implementó en las últimas décadas, tanto en lo fiscal como en lo laboral e infraestructural.

También alertó sobre los riesgos de una apertura comercial acelerada sin una estrategia interna de fortalecimiento productivo: «Sin una agenda de competitividad paralela, la desregulación puede acentuar aún más la asimetría entre productos locales y extranjeros».

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