30/05/2025 21:02hs.
El freno informativo de la tarde, en la cual se sucedieron las primeras escenas de la nueva realidad de Boca y de Miguel Ángel Russo, contrastó con los días que las antecedieron. Porque la llegada del nuevo DT fue el resultado de un día a día vertiginoso y con tintes de thriller judicial, con contratos, abogados y un suspenso insólito para resolver una renuncia más que anunciada. Sin embargo, la llegada de Miguelo -en absoluto silencio, para trabajar en su primer entrenamiento al frente del plantel, y permanecer hasta bien entrada la noche en el Predio que lo re-recibió como su nueva casa- configuró un final feliz pero inesperado.
Quizá porque la necesidad de esa primera imagen significara el moño que los propios hinchas querían darle a la angustia de pensar a su equipo a la deriva absoluta, sin un conductor que piense táctica y estratégicamente con qué armas ir a la guerra. Mejor dicho, al primer Mundial de Clubes de la historia, que tendrá a Boca como uno de los privilegiados 32 participantes y que -lejos de llegar con los planes a la orden del día- lo encuentra a 10 días de subirse al avión con un proceso recién iniciado. Y que, simbólicamente, todavía no tiene una foto que sirva de ícono al respecto.
El comunicado de San Lorenzo sobre la salida de Russo. (FOTO: Prensa San Lorenzo).
Es simbólico, sí, pero también un cambio de clima, de realidad. A la vorágine de “hacer el amor con la puerta abierta”, de golpe la tomó el hermetismo. La calma, tal vez, que Russo le querrá imprimir a este momento del Xeneize. Con dos ciclos incendiados en menos de un año, con una mayoría de jugadores reprobados por la gente y con una dirigencia observada desde todos los ámbitos, la apuesta por su experiencia no necesitó ni una jornada entera para tener un sello propio.
La cuenta regresiva
Lo que sí no podrá evitar MR es el paso de los pocos días que faltan para subirse al avión, así como tampoco tachar de la lista de pendientes todo lo que resta por hacer antes del despegue. A saber: trabajar en lo anímico puertas adentro, decidir, avanzar y concretar los refuerzos para la ocasión, y -sobre todo- configurar una matriz de juego que no requiera demasiado tiempo de comprensión para que el equipo salga andando al menos unos días antes del puntapié inicial del lunes 16 de junio ante Benfica.
Miguel y su sonrisa, aún sin registros concretos por Ezeiza.
Son, a partir de este sábado, 10 días exactos para que el avión aterrice en las soleadas playas de la Florida, ahí donde hará base por ser la sede de sus dos primeros encuentros, y donde se congregarán los miles de hinchas que irán llegando desde todas partes del mundo. Convocatoria, claro está, sustentada en el amor por los colores y las ganas de exhibirlos orgullosamente ante los ojos del planeta entero.
Esa es una realidad indiscutible, porque nada de lo que pasó con Boca en los últimos meses justifica que alguien pueda soñar con un paso en firme, a la vista de lo que la sucesión de Fernando Gago -como gota que rebalsa el vaso- tejió como novela en sí misma.
Con un interinato sin muestras de rebeldía, con una lista de candidatos que se descartaban a diario. Y con la elección de un hombre de la casa cuyo regreso demoró casi una semana más del día en que todos supieron que sería él. El del característico “son decisiones”. El mismo que ya entró en funciones. Aunque no haya mostrado los dientes ni para la foto.
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