Hace una semana el universo científico se revolucionaba por la noticia que dejaba trascender la empresa norteamericana de biotecnología Colossal Biosciences, que aseguraba haber revivido al mítico «lobo terrible», una especie extinta hace 12.000 años. El logro se dio a conocer por la red social X y fue publicado por la revista Time.
El experimento se realizó mediante ingeniería genética y se trataba del lobo gigante que se hizo conocido en la serie Game of Thrones. De todas maneras se desconoce cómo fue el procedimiento, ya que hasta el momento no se revelaron en ningún estudio científico los detalles sobre cómo fue la creación de estos animales y en cuánto se parecen a los verdaderos lobos terribles.
«De todos modos, es importante destacar que George Church, fundador de Colossal Biosciences, es una figura clave en el desarrollo de herramientas de edición génica, lo que aporta seriedad al proyecto», dice Rafael Fernández, doctor en Ciencias Biológicas, director del Laboratorio de Biotecnología Animal e investigador adjunto del Conicet.
La noticia de hace una semana puso de relieve que se ha llevado los límites de lo posible a un nuevo nivel en biotecnología. «Se logró combinar y optimizar procedimientos complejos y poco eficaces hasta aquí, para alcanzar un objetivo sumamente ambicioso. Para llegar a buen puerto, se perfeccionó la obtención y secuenciación de ADN a partir de restos óseos con más de 10.000 años de antigüedad. Y luego se identificaron los 20 genes con mayor impacto en las diferencias fenotípicas entre el lobo terrible y el lobo gris (este último, mucho más pequeño)», explica el también docente de fisiología animal de la Universidad de Buenos Aires.
«Se trató de un proceso extremadamente complejo y con tasas de eficiencia bajas, cuya integración exitosa representa un hito en el campo», asegura Fernández.
«Pero hay que remarcar que no se trata de la misma especie de lobo terrible de hace doce mil años. Es más, estos tres nuevos ejemplares que nacieron en octubre último tienen mucho más de lobos grises, que de lobos terribles. De los 30 mil genes que tiene un lobo, apenas 20, pero los más característicos, son del lobo terrible y todo el resto pertenece al lobo gris».
Video
Recuperan a los «lobos terribles»
Fernández cree que se empezó con el lobo terrible este plan de desextinción «porque primero se tenía ADN de restos óseos y después porque es una especie más factible y no tan grande como un mamut, por ejemplo, que implicaría otro tipo de inversión». El científico recuerda que «en 2003 ya había habido un intento de revivir una cabra montés pirenaica, también conocida como bucardo, cuyo último ejemplar se había muerto años atrás (enero de 2000). La trataron de clonar pero el ejemplar murió a las pocas horas de haber sido concebido. Fue el último intento de revivir un animal extinto».
¿Por qué se busca la «desextinción» de algunas especies? ¿No sería ir contra el orden natural? Ante la consulta, Fernández sostiene que se trata de un desafío científico que representa correr los límites de lo posible. «Esto genera un fuerte impacto emocional y mediático. En cuanto al concepto de orden natural, es importante reconocer que muchas de las prácticas actuales en la cría y producción animal también lo cuestionan. Por ejemplo, una vaca capaz de producir 60 litros de leche por día dista mucho de ser natural, si entendemos lo natural como aquello que podría surgir sin intervención humana. Un animal con semejante capacidad de producción y una ubre de ese tamaño difícilmente sobreviviría en un entorno silvestre».
Una directora de Colossal se refirió al flamante experimento como la primera desextinción funcional. «Ben Shapiro -sostiene Fernández- introduce ese concepto que implica, de manera indirecta, que no se trata de una desextinción en sentido estricto. En este caso, lo que se ha logrado es un lobo gris modificado con veinte genes provenientes del lobo terrible y con mitocondrias de perro. El resultado ya no corresponde plenamente a ninguna de esas especies, sino que es un nuevo organismo, distinto a todos los anteriores».
En sus redes sociales, la empresa también menciona otros proyectos ambiciosos, como la recuperación del mamut, el dodo, y posiblemente alguna otra especie extinta. «Es importante señalar que uno, dos o tres individuos no constituyen una especie. Incluso en la actualidad, hay especies con poblaciones de mil ejemplares que se consideran en peligro de extinción. La viabilidad de una especie requiere diversidad genética, estabilidad poblacional y un entorno donde puedan desarrollarse, elementos que están muy lejos de garantizarse en este tipo de iniciativas».
El entendido en biotecnología animal no cree que, a partir de ahora, surja una oleada de animales que volverán a la vida. «Y uno de los motivos es que esta novedad de Colossal no tuvo buena recepción de quienes trabajan en conservación de especies, que llamaron a este experimento como un engaño, una traición. Algo parecido sucedió con muchos zoológicos de distintas partes del mundo, que se manifestaron diciendo que no colaborarán en brindar ningún tipo de ayuda para este tipo de procedimiento».
Estima Fernández que «no tiene mucho sentido tener animales que se extinguieron, porque los ecosistemas de antaño se han modificado. Hoy un mamut sólo podría sobrevivir en un zoológico y en una zona determinada, pero no en un ambiente salvaje de la actualidad. Uno, dos o diez mamuts no hacen una especie, con lo cual la reproducción sería imposible».
¿Es posible un Jurassic Park en la vida real?
Si alguien pensó en la posibilidad de revivir animales prehistóricos y pensar en un futuro Jurassic Park, Fernández lo descarta de cuajo. «Una cosa es conseguir ADN óseo de hace unos diez mil años como es el caso de los lobos terribles, pero pensar en restos de dinosaurios, olvídense, es otra escala de tiempo, hablamos de millones de años, sería imposible de concretar».
¿Qué ocurrirá con los lobos terribles, cuál es la idea? Dudo que sean liberados a la naturaleza y supongo que siempre estarán confinados. Probablemente se los cruce con lobos grises para multiplicar la especie, que será otra, insisto». ¿Cuál es el objetivo de la desextinción? Demostrar que se puede hacer y, quizás, recuperar lo invertido exponiendo a estos animales en algún ambiente para que los vea cierto publico».
«Por ahora no hay una publicación científica que respalden estos resultados, pero este tipo de situaciones es bastante común cuando las investigaciones están lideradas por empresas, ya que suelen priorizar anuncios mediáticos con el objetivo de generar repercusión y atraer inversiones«, afirma Fernández.
«Yo creo que se pensó, primero, en el grado de aceptación mundial pensando en una financiación a futuro… Pienso en esa gente millonaria que paga fortunas para estar un tiempito fuera de la gravedad –sonríe–. Acá es lo mismo, se pagará un dinero para volver a ver animales que ya no están… Yo espero que se den a conocer los papers, en lo particular estoy muy ansioso de verlos», cierra.
MG