El presidente de Nigeria, Bola Tinubu, confirmó el lunes 14 de abril que al menos 40 personas murieron tras un ataque perpetrado por hombres armados musulmanes, presuntamente pastores de etnia fulani, contra la comunidad cristiana de Zike, en la región centro-norte del país.
El ataque ocurrió la noche del domingo en el área de Bassa, en el estado de Plateau. Tinubu condenó los hechos y ordenó una investigación, prometiendo identificar a los responsables y expresar sus condolencias a las víctimas y sus familias.
Según fue informado, entre las víctimas del ataque había niños y ancianos que no lograron huir a tiempo. Testimonios de residentes locales, como Andy Yakubu, revelaron que los atacantes también saquearon y destruyeron viviendas, y que el número de fallecidos podría superar los 50. Hasta el momento, no se han realizado arrestos.
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Los conflictos entre comunidades agrícolas cristianas e invasores armados, principalmente pastores fulani musulmanes, se han intensificado en la región conocida como el “cinturón medio” de Nigeria, donde las tensiones por el acceso a tierras y agua han exacerbado la división étnica y religiosa.
El portavoz de la Asociación de Desarrollo Irigwe, Samuel Jugo, afirmó que desde diciembre de 2024 al menos 75 miembros de la etnia Irigwe, predominantemente cristiana, han sido asesinados en la región de Bassa.
Jugo denunció que a pesar de la presencia de fuerzas de seguridad adicionales, la violencia persiste, calificando el reciente ataque como “provocador y desgarrador”.
El estado de Plateau ha sido escenario de numerosos ataques similares. En mayo de 2024, hombres armados mataron a 40 personas en aldeas remotas del mismo estado.
Decenas de cristianos fueron asesinados en Nigeria por terroristas islámicos
Según se informó, entre diciembre de 2023 y febrero de 2024, unas 1.336 personas fueron asesinadas en Plateau, reflejo de la ineficacia de las medidas adoptadas por el gobierno nigeriano para contener la violencia.
Aunque estos ataques están fuertemente vinculados a disputas por tierras, las autoridades locales, como el gobernador del estado de Plateau, Caleb Mutfwang, aseguran que lo que ocurre es mucho más grave y con un trasfondo religioso.
En declaraciones recientes, Mutfwang afirmó que los ataques constituyen un acto de genocidio contra las comunidades cristianas, y pidió a la comunidad internacional que tome nota de la situación.
Pastores y líderes comunitarios locales coinciden con esta visión. Según testimonios recogidos por Christian Daily International-Morning Star News (CDI-MSN), las áreas de Bokkos y Mangu han estado “bajo sitio” durante al menos un año y medio.
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Los ataques son frecuentes y las víctimas, muchas veces, terminan en entierros masivos. Se reportan secuestros, violaciones y asesinatos de mujeres cristianas, especialmente en aldeas rurales.
Investigaciones de socios locales de la organización Release International, defensora de los cristianos perseguidos, revelaron que desde diciembre, 136 comunidades de Plateau han sufrido ataques; 79 de ellas quedaron completamente abandonadas.
En el pueblo de Hurti, por ejemplo, los atacantes destruyeron casas e iglesias y asesinaron a pastores, mujeres y niños, incluso después de que las fuerzas de seguridad acudieran brevemente al lugar y luego se retiraran.
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Paul Robinson, director ejecutivo de Release International, calificó los ataques como “horriblemente comunes” y advirtió que la devastación es tan frecuente que ya no causa sorpresa, aunque debería seguir generando alarma. Instó a la comunidad internacional a orar por las comunidades cristianas afectadas, por su fortaleza espiritual y por la conversión de sus agresores.
Este conflicto, aunque separado de la insurgencia yihadista de Boko Haram en el noreste del país, ha generado una crisis humanitaria creciente y ha profundizado la división religiosa en Nigeria.
La violencia contra los cristianos en Nigeria ha dejado miles de desplazados y comunidades enteras destruidas, evidenciando la necesidad urgente de una solución efectiva y duradera.
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