Comenzaba la década del 60 cuando el sociólogo Everett Rogers nombraba al proceso mediante el cual una innovación se disemina entre los miembros de una sociedad como la curva de adopción de innovaciones. Observando patrones consistentes en cómo las innovaciones se esparcen a través de sistemas sociales, Rogers llegó a esta distribución mediante estudios extensos en diferentes contextos como agricultura, medicina y tecnología. Clasificó a los adoptantes en cinco categorías con porcentajes específicos basándose en investigaciones empíricas y en la teoría estadística de la distribución normal (o curva de campana). Los segmentos y sus porcentajes son: innovadores: 2.5% (primeros en adoptar), adoptantes tempranos (Rogers acuñó el término early adopter): 13.5%, mayoría temprana o pragmática: 34%, mayoría tardía o conservadores: 34% (después de la media) y rezagados o escépticos: 16 por ciento.
Esta curva sirvió durante décadas, pero ahora la velocidad del cambio es muy distinta. El desarrollo de un nuevo producto que en los años 60-70 podía tomar 3-5 años, ahora puede completarse en meses o incluso semanas. Las metodologías ágiles, el desarrollo iterativo y las herramientas digitales acortaron mucho los ciclos de innovación. La cantidad de patentes anuales registradas globalmente se ha multiplicado por más de 5 veces desde 1960 y las innovaciones ahora ocurren simultáneamente en múltiples campos y se retroalimentan. Además, el acceso a herramientas y conocimiento que antes estaba limitado a grandes instituciones ahora está disponible para individuos y pequeñas empresas. Esta aceleración ha creado un entorno donde el cambio es exponencial más que lineal, generando desafíos significativos para los modelos tradicionales de difusión.
Mirando la curva de Rogers me pregunto ¿qué acciones y comportamientos podríamos adoptar en las empresas y como individuos para modificar los porcentajes? Por ejemplo, para duplicar a los innovadores y early adopters y reducir a la mitad a los rezagados y escépticos.
Además de pensar nuevos comportamientos hay que trabajar en la comprensión temporal, el tiempo total que tarda una innovación en atravesar todas las etapas debería reducirse considerablemente. Y trabajar en modelos más dinámicos que consideren la adopción simultánea de múltiples innovaciones superpuestas, ya que hoy las personas no adoptan una innovación a la vez sino varias en paralelo.
Estas modificaciones podrían ayudarnos a asimilar mejor el ritmo de la aceleración tecnológica mientras se asegura una distribución más equitativa de los beneficios de la innovación. ¿Por dónde empezamos? Me gusta creer que Rogers estaría encantado de trabajar con nosotros en esta actualización.
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