El fuego en la Patagonia se resiste con lo que se puede. Desde pelopinchos en la banquina de la Ruta Nacional 40 que improvisan pequeños tanques de agua hasta las mini-autobombas que los vecinos montaron sobre sus camionetas con contenedores plásticos de 1.000 litros con bombas para tener presión.
Desde el aire se escucha el retumbar de helicópteros con agua y avionetas, los camiones verdes del Ejército y las chaquetas amarillas del uniforme de los brigadistas del Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales (SPLIF) terminan por conformar la pintura de una zona de guerra.
Durante el sábado, el noveno día de incendio consecutivo en la zona turística de El Bolsón, no hubo viento. Esa característica climática representa cierto alivio para vecinos, brigadistas y autoridades porque pueden trabajar los medios aéreos y no se avivan las llamas.
Pero el alivio apenas se convierte en preparación para lo peor: este domingo se esperan ráfagas de hasta 60 kilómetros por hora, las mismas que alimentaron las llamas el primer día de fuego (el jueves 30 de enero).
El otro día de similares características fue este último viernes, cuando el intendente dio la orden de evacuar las zonas de Las Perlas del Azul, desde Paraíso y Hue Nain hacia el norte, Dulcería, Cascada Escondida, Loma del Medio, Doña Rosa, Camping Los Alerces, Campo Base, Camping del Río Azul hasta el Paralelo.
En una recorrida de Clarín horas después de esa evacuación, el fuego había devastado casas y bosques. Pobladores estaban sentados sobre las ruinas y en algunos casos a puro riego para terminar de apagar el pasto que luce negro. Se trata de un incendio de interfase, cuando el incendio forestal se produce en una zona en la que hay viviendas, en este caso rurales, y el mayor esfuerzo está en salvar vidas y las casas.
El viernes fue el octavo día consecutivo del incendio en la zona del Mallín Ahogado, a unos kilómetros de El Bolsón, Río Negro, y el más devastador. Las tranqueras de las chacras están abiertas de par en par. Brigadistas del SPLIF entran a tomar coordenadas para indicarles a los tres aviones dónde tirar agua, lo mismo que a los dos helicópteros. El trabajo aéreo empieza a las ocho de la mañana y termina al anochecer, si el viento lo permite.
El movimiento por la Ruta Provincial 86 es incesante. Asfaltada en 2021 y con una bicisenda para el turismo, ahora es recorrida por camiones de bomberos, decenas de camionetas que cargan esos tanques en sus cajas y también algunos curiosos que sacan fotos del fuego en la Loma del Medio. Ahora hay policía en la conexión de las rutas para evitar entorpecimientos.
Luis, de 80 años, vive en una chacra hace 20 junto a su esposa. Se fueron cuando el fuego llegó a estar a unos pocos metros de la casa. El humo hacía irrespirable su hogar, además de generar picor en la garganta y molestias en los ojos. Este sábado agradece la ayuda de sus vecinos y de los regadores improvisados con los que mediante la presión del agua le permitieron frenar el fuego.
En su terreno no avanzaron las lenguas de fuego de los cipreses, sino a través del pasto seco. Junto a los vecinos apagaron cada pequeña llama en el pasto que ahora huele a quemado y en algún centímetro cuadrado todavía humea. «De noche toda la montaña iluminada por el fuego es un espectáculo dantesco«, acota su esposa.
Antes de la llegada del fuego, los propios vecinos se habían organizado con horarios para establecer un sistema de alertas y que nadie quede atrapado en los sinuosos caminos del Mallín Ahogado. La organización incluye ir al centro de El Bolsón a comprar herramientas y mangueras, mientras los sobrevuelan helicópteros y avionetas que cargan hasta 3.000 litros de agua. Pero sostienen que los helicópteros son los que mejor se adaptan a esta zona montañosa de vientos.
El trabajo durante el sábado es incansable. No solo intentan dejar atrás un viernes infernal, sino que se preparan para el domingo. «Esperamos un día muy muy complicado, parecido al día uno y al viernes, con baja presión atmosférica, 30 grados de temperatura y con viento noroeste aproximadamente entre 50 y 70 km/h por hora», asegura el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck a Clarín en la sede local del SPLIF.
Cristian Ariel Ruiz, jefe de operaciones del SPLIF El Bolsón, traduce las palabras del político. «Entrará un frente frío, que significa viento con ráfagas fuertes. Significa que puede avanzar nueve kilómetros en tres horas. Es muy complicado porque es muy amplio y hay que tener cuidados por el barrio Usina y Loma del Medio», resume el brigadista a este diario.
A partir de su experiencia, los brigadistas establecieron que los días de mucho viento a las 14 empiezan las llamaradas que son las que más asustan a los vecinos.
Hasta la tarde del sábado el humo tapaba el cerro Piltriquitrón, una pared de piedra de 2.200 metros que es el símbolo de la ciudad. Pero a la tarde se lo podía apreciar. Eso significa que el viento despejó tanto el olor a quemado como el color gris de la ciudad, pero avivó el fuego en la Loma del Medio y volvió el temor por lo peor.
AS