Canadá evaluará imponer sus propios aranceles a productos estadounidenses en respuesta a las promesas recientes de Donald Trump de añadir una tasa del 25% sobre bienes provenientes de este país y de México.
“El 20 de enero, como una de mis muchas primeras Órdenes Ejecutivas, firmaré todos los documentos necesarios para cobrar a México y Canadá un arancel del 25% sobre TODOS los productos que entren a Estados Unidos, y sus ridículas Fronteras Abiertas. Como todos saben, miles de personas están atravesando México y Canadá, trayendo crimen y drogas a niveles nunca antes vistos”, escribió esta semana el presidente electo de EEUU en sus redes sociales, adelantando una de sus principales promesas sobre las naciones vecinas.
La noticia, que muchos no consideran una amenaza real sino más bien una manera de ejercer presión, fue recibida con gran descontento en Ottawa, que advirtió con tomar sus propias medidas.
“Cuando Donald Trump hace estas declaraciones, tiene la intención de ejecutarlas. No hay dudas”, comenzó diciendo el primer ministro Justin Trudeau que señaló, a continuación, que la medida rompería el T-MEC, el acuerdo de libre comercio que el propio republicano impulsó durante su primera presidencia, y perjudicaría a la economía estadounidense, que Trump prometió recuperar.
“Nuestra responsabilidad es señalar que no solo estaría perjudicando a los canadienses, que trabajan tan bien con Estados Unidos, sino que también aumentaría los precios para los ciudadanos estadounidenses y perjudicaría a la industria estadounidense”, agregó Trudeau que, no obstante, aseguró que aún pueden trabajar juntos como lo hicieron anteriormente.
Washington y Ottawa forman parte, desde 2020, de un tratado de libre comercio, que también incluye a México, y que fomentó el intercambio de mercaderías entre estos importantes socios comerciales. De hecho, gracias a ello, más de tres cuartas partes de las exportaciones canadienses de 2023 -equivalentes a unos USD 423.000 millones– respondieron a envíos a Estados Unidos.
Sin embargo, durante su campaña presidencial -y más aún tras ganar en noviembre- el republicano puso en duda la continuidad del acuerdo, cuya revisión está prevista para 2026, en un intento por penalizar a sus vecinos por sus políticas laxas que permiten el ingreso de migrantes irregulares y droga en Estados Unidos.
Petros Mavroidis, profesor de la Universidad de Columbia, opinó que la postura adoptada por Trump en este tema “es una locura”, especialmente en el caso de Canadá, ya que “se trata del más cercano y antiguo aliado de Estados Unidos”. “Trump asume el riesgo de enfrentarse con sus aliados”, sumó.
En ese mismo sentido, Erin Murphy, del Center for Strategic and International Studies, sostuvo que, de implementar su proyecto, que también contempla un arancel para China, Trump dejaría al descubierto que “no hay diferencia” entre aliados y rivales, lo que podría condicionar sus relaciones con terceros países.
Esta semana, Trump conversó con la presidente de México, Claudia Sheinbaum, tras lo que la mandataria quitó tensión al asunto. “No va a haber una potencial guerra arancelaria con Estados Unidos. No hablamos de los aranceles, ya no se planteó de esa manera”, dijo Sheinbaum, aunque sin brindar mayores detalles.
Joe Biden, por su parte, utilizó sus últimas semanas en el cargo para disuadir a su sucesor de tomar medidas que puedan perjudicar a la nación. “Estamos rodeados por el océano Pacífico, el océano Atlántico y dos aliados, México y Canadá. La última cosa que necesitamos es comenzar a arruinar esas relaciones. Espero que (Trump) lo reconsidere, creo que es algo contraproducente”, declaró la víspera.
(Con información de AFP)