jueves, 14 noviembre, 2024
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La semana más importante del año para Kicillof: Presupuesto, deuda y evitar la venganza de Máximo Kirchner

Ninguna fumata ni acuerdo de no agresión. Tras el desgaste que sufrió Cristina Kirchner para imponerse al frente del PJ gracias a un fallo judicial que la hizo zafar de tener que enfrentar las primeras elecciones internas nacionales en 70 años de peronismo, su hijo Máximo Kirchner amaga con emular a Mario Ishii en eso de salir a cazar a traidores, devenidos en Judas.

La misión de ex vicepresidenta no pasaría por recuperar algo de lo que heredó y dilapidó como líder de un espacio kirchnerista que supo dominar el centro de la política argentina. Con Cristina como presidenta del Partido Justicialista, el sello ya no tendría la «pe» y la «jota» (PJ) sino más bien la u y «ce» de Unidad Ciudadana (UC). Cristina habría decidido ser jefa de La Cámpora y utilizar al peronismo para seguir hablándole a ese colectivo de militantes que fue perdiendo pasajeros por sus groseros errores de cálculo.

Al fin y al cabo, desde que se murió Néstor Kirchner, la ex dos veces presidenta llevó a sus fieles a derrotas electorales en cinco de las últimas siete votaciones. Todo lo demás, cotillón.

Desde hace tiempo que Máximo Kirchner viene cocinando su revancha. No contra los otros espacios políticos como los libertarios o el macrismo. El látigo que usó su padre para castigar y alinear a los díscolos del proyecto nacional y popular, ahora lo está usando sobre las espaldas del que supo ser un hijo putativo de su madre.

En La Cámpora aseguran que nunca hubo una relación En La Cámpora aseguran que nunca hubo una relación «pura» entre Máximo Kirchner y Kicillof.

El enfrentamiento entre Máximo y Axel Kicillof es total y, aseguran, irremontable. Para el jefe de La Cámpora se terminaron las capas de la cebolla y ahora tendería a hacer daño, sin vuelta atrás. El nuevo sometimiento que intenta Máximo con el gobernador pasará por la Legislatura bonarense.

Esta semana, o la próxima a más tardar, Kicillof mandaría el proyecto del presupuesto provincial para el 2025. Ningún moco de pavo: unos 33 billones de pesos. Quizás con la catarata de ceros se entienda mejor: Buenos Aires prevé gastar $33.000.000.000.000 en un año quizás bisagra para la escudería kirchnerista, un 140% más que lo que calculó para este 2024.

Esa montaña de dinero que Kicillof necesita no significa nada sin un endeudamiento de al menos 600 millones de dólares. El presupuesto requiere de mayoría simple para ser aprobado en ambas cámaras. En cambio, para seguir engrosando la deuda se necesita de una mayoría agravada en cada cuerpo legislativo provincial.

Esas cosas de los K: el gobernador fue el mayor ganador del kirchnerismo en el debacle electoral que Cristina y su dedo pergeñó para 2023. De más está decir que se llevó puesto a buena parte del peronismo nacional, con derrotas nunca vistas en varias provincias. Kicillof salvó la ropa, no sólo de él sino de La Cámpora, traccionando votos para que varios intendentes no hagan las valijas.

En medio de la catástrofe, el gobernador superó el 50% de los votos en su provincia. Pero no tiene ningún senador propio y a duras penas dos o tres porotos entre los diputados. Todos los demás, elegidos en su lista, se reparten entre La Cámpora, el siempre bien alistado Sergio Massa y los delegados de los intendentes, sobre todo de la Primera y Tercera Sección electoral.

Máximo le retacea el apoyo y hasta lo amenaza con desfinanciar la provincia. Sería un bombazo en su propio pie, pero para el mandamás camporista no habría nada más placentero que degustar la revancha en un plato frío. Busca dañar al gobernador por varias supuestas insurrecciones. La última sería «la lista de Kicillof», como le dicen a la frustrada nómina que encabezaba por el riojano Ricardo Quintela para confrontar con Cristina.

Todos los que hablan con La Cámpora y la Gobernación dan cuenta de la verdadera dimensión del enfrentamiento, más allá de que por las necesidades mutuas tarde o temprano debería haber algún tipo de acuerdo.

Lo más probable es que el presupuesto ingrese por Diputados. Son 92 bancas. La Cámpora sumaría unos 16, los intendentes peronistas aproximadamente 14 y Sergio Massa seis. Juan Grabois una. En la Legislatura bonaerense estaría siendo complicado identificar a la oposición. Cada uno juega su juego, y sobre todo a la hora de manotear la millonaria caja de a Legislatura, se podría decir que, salvo excepciones, casi todos se equiparan.

La Libertad Avanza parece un cabaret. Si había una tercera pata (o ángulo) en el triángulo de hierro mileista, era el hoy senador provincial Carlos Kikuchi. Como pocas veces se vio, Kikuchi pasó al ostracismo a la velocidad de la luz, incluso antes de que Javier Milei se convierta en Presidente.

Kikuchi fue el jefe del armado libertario en territorio bonaerense junto con Sebastián Pareja. También diagramó acuerdos en varias provincias. Para Javier Milei y su hermana Karina es un traidor. «Jugó y juega para Massa», lo acusan. No sólo entre los libertarios aseguran que fue Kikuchi el encargado de aceitar la negociación con el líder el Frente Renovador y ex candidato a presidente. Hay hasta quienes lo acusan de quedarse con cosas que no le corresponderían.

Ni lerdo ni perezoso, Kikuchi metió en las listas a gente que aún siendo deportado por Milei, le seguiría respondiendo. Entre los nueve diputados bonaerenses que entraron en la lista libertaria, cuatro lo reconocerían como jefe más allá del propio Javier Milei. Sebastián Pareja, soldado del Presidente y sobre todo de su hermana Karina, manejaría cinco.

A la hora de contar lo porotos, cerca del Gobernador se entusiasman con la posibilidad de lograr la mayoría simple sin La Cámpora. Obvio que arriba de la mesa debería ofrecer cargos tan codiciados como sensibles, como en la Suprema Corte bonaerense y directores en AySA y Grupo Provincia.

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