jueves, 3 octubre, 2024
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Candela Vetrano: la trágica historia de su familia y el dolor tan grande que la movilizó

María Virginia Desanti de Vega (abu Mavita) no es una abuela de las típicas, de esas que esperan con la merienda y el domingo preparan raviolada para toda la familia. Tal vez por eso su nieta, Candela Vetrano, la define como “la antiabuela”. Y seguro por ese motivo también es que decidió mirarla a través del lente de su cámara en su primera película, Mavita, llena eres de gracia.

En su casa de Banfield, Mavita colecciona paraguas, tiene más de 50 cajas de música y fotos de sus amores platónicos en las paredes: Sandro, Elvis y Freddie Mercury. Está cerca a cumplir 80 primaveras. Hace cinco años, la ex Casi Ángeles empezó a filmarla, más como algo entre ellas que con un objetivo, hasta que se dio cuenta que había una historia fuerte para contar.

Mavita tenía 28 años cuando enviudó y quedó sola con cuatro hijos: Ricardo, de 9 años; María (mamá de la actriz), de 8 años; Guillermo, de 6 y Mariano, de 14 meses. El 19 de diciembre de 1971, el avión que piloteaba su marido Ricardo se estrelló en Perú. Aquella tragedia atravesó por competo a la familia. “Esta película es como darle luz a la historia que ya estaba”, cuenta Vetrano a LA NACIÓN sobre el film que se presentó el lunes en el BAFICI y que se proyectará nuevamente este viernes 26.

Cande y Mavita, nieta y abuela Loli Laboureau

La partida de Ricardo dejó un vacío que Mavita comenzó a “llenar con objetos” que acumula en su casa: la misma en la que recibió la noticia fatal; la casa en la que crió a sus cuatro hijos con una sonrisa a pesar de su dolor. La casa que estuvieron a punto de rematarle hasta que un hombre que no conocía saldó la deuda. Ese mismo hogar donde vivió sus primeros días Candela; la casa que fue escenario de los mejores y peores momentos familiares y también de esta película. Entre tantas cosas que junta, también están los restos del fuselaje del avión.

“Es loco, porque cuando lo cuento piensan que es un homenaje y no, me parecía que su historia era potente y por eso quise mostrarla, olvidándome de que era mi abuela”, dice Candela y recuerda que casualmente (o mejor dicho por causalidad) la película se comenzó a hacer el día del aniversario de su abuelo.

—¿Cómo surgió la idea?

—Empecé hace 5 años registrándola en encuentros en su casa donde me mostraba los objetos y después de un tiempo me junté con amigas y nos pasamos toda una noche mirando el material, y dije: evidentemente tengo que hacer algo porque era atractivo por cómo es ella. Mi abuela siempre fue un personaje muy característico de mi familia. Es mi única abuela desde mis 9 años y yo a mis amigas les contaba que ella compraba cosas en remates y lo que era su casa y cuando tuve eso retratado en los videos, fue una forma de mostrarles algo que les venía contando desde hace años.

Adelanto de Mavita, llena eres de gracia, el documental de Cande Vetrano

— O sea que la idea inicial no era hacer una peli…

—No. Mi registro fue amateur, sin conocimiento técnico y fue después que me junté con un editor. Con él encontramos la película y el hilo. Ya en los asados con amigos me daba cuenta de que llamaba la atención su historia, además de su casa.

—Claro, y aclaramos que decís “su casa” porque está llena de objetos…

—Sí y a mí siempre me gustaron las cosas, es algo que tenemos en común, la fascinación por objetos; los lugares vintage, los anticuarios e ir a su casa era una fiesta naturalmente. Cuando la empecé a filmar me daba nervios porque no sabía cómo resultaría y me sorprendió lo natural que es ella frente a cámara. Cuando entendí que era una peli se lo blanqueé: “Abuela, vas a ser la protagonista de mi primera película”. La fui preparando porque no sabía cuál sería su reacción, porque ella es impredecible.

—¿Hay algo de actriz en ella?

—Cien por ciento actriz frustrada. Dice que esta fama está bien y tiene algo súper histriónico. Cuando la editaba me di cuenta que había algo de ella en mí. Además, ella tiene algo hipnótico en su forma de ser, sus salidas. Es una mezcla entre una niña que se sorprende por un peluche de ojos grandes y a la vez es una abuela que está por cumplir 80.

—Atraviesa a toda la familia, ¿cómo fue la reacción de tu mamá, tus tíos y de ella cuando la vieron?

—Fue un momento familiar emocionante, nos juntamos todos. No era el corte final aún porque necesitaba la aprobación de ella para eso y me sorprendió que cuando miraba, se reía de sí misma. Ahí entendí que tiene mucho humor, sabe que es graciosa y se ríe de sus salidas. Me encantó que se disfrutara.

Cande y Mavita acostadas sobre los cientos de objetos que colecciona la abuela en su casa de Banfield Loli Laboureau

—El escenario es nada más ni nada menos que su casa, llenísima de objetos que, como ella dice, son “para llenar un vacío”.

—Sí, me dijo que tenía que empezar a dar cosas. Eso de llenar el vacío no lo suponía, se lo pregunté porque me intrigaba su lectura de ella para con ella. Yo soy una observadora y me gustó que ella misma lo dijera. Fue en una de las primeras entrevistas que lo dijo.

—La muerte de tu abuelo fue una tragedia que la atravesó, ¿cómo lo viven en tu familia?

—Mi mamá en la peli contrastó bastante con el resto y en la vida no se victimizó ni la escuche así. Mis tíos lo tienen más presente el accidente, capaz por el hecho de que son hombres. Mi mamá sabía la historia por mi abuela y yo recuerdo que me empecé a interesar porque era algo que contaban y entonces paraba la oreja, pero no se hablaba todo el tiempo de eso. El día que empecé a filmar la película era el aniversario de la muerte de mi abuelo y no lo tenía en cuenta y eso me indica el poco registro de la historia que tenía. La historia fue trágica, pero siempre se lo recordó como a un héroe que estaba en la cresta de la ola, siendo bombero, aviador y corredor de autos.

—Y siguiendo con el hilo conductor de los objetos, ¿todos tienen restos del fuselaje en su casa? ¿Por qué?

—Mis tíos viajaron al lugar del accidente y como fue muy emblemático en ese espacio, en el cerro Huancas en Perú, en un pueblo chico, toda la gente tenía pedazos del avión y con eso mi tío hizo unas placas para cada uno.

—Tu abuela viuda, a los 28 y con cuatro hijos. ¿Qué pensás cuando intentás ponerte en la piel de ella?

El proceso de hacer la película fue de noches de desvelo, de ser consciente del dolor que vivió y que esas cosas se traspasan. Lo sentí como frustración, como miedo. El pensar que estás en el mejor momento del amor: pareja, hijos, casita y se sube a un avión y no vuelve. Contactarme con un dolor tan grande me movilizó. Ella le hizo un video homenaje con cintas de súper 8 y los ves a ellos felices con sus hijitos… Ver a mi mamá tan chica… y lo más lindo de mi familia incluso de ella es que siempre mantuvieron la alegría y el humor. Eso es importante. A pesar de que les pasó algo tan trágico, son personas alegres y disfrutan de lo simple.

La historia de Mavita, el eje del documental con el que Cande Vetrano debuta como directora Loli Laboureau

—A lo trágico, en ese momento se le sumó una hipoteca que un hombre que no conocían les ayudó a pagar.

—Sí, cuando supe eso tomé consciencia de lo que podría haber sido el destino de todos nosotros. Uno vive en una casa con agua caliente, un plato, cosas que siempre naturalicé y ellos se podrían haber quedado sin la casa.

—¿Qué cosas te enteraste haciendo la película?

—No sé si me enteré de algo en particular, fue ver cómo ella había atravesado ese dolor y me parece que lo que generó a nivel familiar fue darle luz a una historia que está por abajo de todo: sacar cosas de una repisa y pasar un trapo y limpiar. Pude dar más valor a mi familia del que ya le daba y reconocer cómo nos transforman las tragedias, lo que hacemos con lo que nos pasa. Terminé de darle esa vuelta haciendo una peli.

—¿Y tu familia también?

—Uno de mis tíos me dijo que le ahorré años de terapia y están contentos y emocionados. El lunes la peli vio la luz y fue muy especial e inolvidable para todos nosotros.

«Fue la primera persona que me cuidó cuando mi mamá trabajaba», reconoce Cande Vetrano a su abuela MavitaCamila Fortunato

—¿Y Mavita? ¿Tu lado artístico lo sacaste de ella?

—Fue la primera persona que me cuidó cuando mi mamá trabajaba y hoy decidí este camino tal vez un poco por ella. Yo era una niña desenvuelta por mi abuela, porque me motivaba e incentivaba y me di cuenta que sí, pero no. Es un personaje bastante externo a mí, yo no iba por homenaje del tipo ‘soy quien soy por ella’, sino porque su historia es más potente que el vínculo. Fue una decisión ser observadora. En un fragmento voy a mi niñez con un video mío de bebé y me parece importante no por mí, sino para mostrar la casa de Mavita en ese momento y cómo es atravesada por los años. En esa casa pasó todo. Se enteró de la noticia, pasé mis primeros días de vida y es el lugar en el que ella envejece hoy alrededor de un montón de cosas. Todo pasó ahí.

—¿Cuándo fue que empezó a coleccionar objetos?

—No tengo claro cuándo. A medida que pasaba el tiempo, ella siempre tuvo algo con los anticuarios y nos dimos cuenta que iba a remates en los que, por ejemplo, si querés comprar una silla tenés que comprar el lote que viene con 50 libros.

—¿Algún objeto que sea tu preferido?

—Tiene una colección de guantes de seda de colores, que le salió 100 pesos. No sé cuándo los encontraré, pero son una joya.

—Entiendo que te prestaba cosas para tus personajes…

—Sí, pero anotadas en cuadernos para que las devuelva.

» La idea es que tenga un recorrido por festivales», cuenta Cande Vetrano sobre Mavita, el documentalCamila Fortunato

—¿Ella también te llevó alguna vez a la puerta de la casa de Sandro cuando eras chica?

—Sí, fanática de Elvis, Sandro y Freddie Mercury. Los veo y pienso en ella. Me parecía interesante su fanatismo por estas celebridades que fallecieron jóvenes, en su auge y eso la remonta a lo que sucedió (en referencia a su marido que también murió joven y en un buen momento de su vida).

—¿Cómo te sentís con el hecho de que la peli se estrenó en el Bafici?

—Es una emoción, me encanta. La idea es que tenga un recorrido por festivales y ver si va a alguna plataforma o algo.

—Si te pido que definas a tu abuela Mavita, ¿podés hacerlo?

—Es un personaje agridulce. Me gusta la palabra porque la describe. Es tierna por momentos y tiene salidas para cualquier lado. Es un personaje espontáneo, impredecible, auténtico y gracioso.

—¿Se ven seguido?

—Nos vemos una vez por mes. Depende de cómo se siente porque tiene dolores de espalda, y nos vemos en las reuniones familiares.

—¿Un recuerdo?

—Uno poco romántico. La primera vez que me indispuse me tuvo que venir a buscar al colegio y me llevó a su casa. Justo fueron los saqueos de 2001 y los vi en su casa, tratando de tragar una pastilla porque me sentía mal y ella estaba cuidándome. Siempre fue amorosa y particular, pero es una abuela anti abuela. Ella está en su mundo y sus cosas y me llama la atención. Me dejó acceder a ese mundo haciendo esta película. Yo siempre la busqué y eso me parecía atractivo porque no fue la típica abuela.

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