El salón de actos de la Facultad de Derecho de la UBA fue testigo de un segundo debate presidencial con más acusaciones y la intención evidente de confrontar con los adversarios como parte de la estrategia, todo en el marco de la última presentación conjunta de los cinco candidatos antes del 22 de octubre.
En esta oportunidad cada espacio trató de aprovechar al máximo y hubo festejos tanto de las propuestas como de las réplicas preparadas para incomodar.
En contraste con lo que ocurrió en el debate de Santiago del Estero, los postulantes fueron más desestructurados y menos atados a un libreto, con el objetivo de atacar a otro aspirante -cada candidato tenía un blanco predilecto- con chicanas y cuestionamientos.
Sergio Massa (Unión por la Patria) tuvo una presentación distinta ya que desplegó propuestas sobre cada eje temático pero al mismo tiempo mostró que esperaba las preguntas que intentarían ponerlo en aprietos: el ministro tenía preparadas las respuestas, lo que fue considerado un punto positivo por su equipo de campaña y asesores en comunicación.
El pasaje de la modernidad del centro de convenciones Forum de la capital santiagueña a las instalaciones tradicionales de la UBA también impactó en el público, que no estuvo aplicado a las normas y se hizo eco de cada chicana con risas o manifestaciones de sorpresa por el tenor de algunas respuestas.
El mayor cruce tuvo como protagonistas a Myriam Bregman, Javier Milei y Massa en el bloque de ‘Trabajo y Producción’: el candidato ultraliberal objetó a la aspirante de izquierda que «si los socialistas supieran de economía, no serían socialistas».
Ante esa frase, Bregman, quien se encontraba al lado de Milei, le respondió fuera de micrófono con una ironía, que no se escuchó en la transmisión de la TV Pública pero sí a su alrededor: «Viniste chistoso, viniste chistoso».
El economista, entonces, pidió a la moderadora del debate, la periodista Mariana Verón, que le devolviera «los diez segundos» que le había quitado la diputada del FIT.
En ese contrapunto, Milei abandonó por un par de minutos el modo ‘zen’ para desplegar su histrionismo con un tono más imperante, casi a los gritos.
Tras ese cruce, fue el turno de Sergio Massa, quien sorprendió al salir en defensa de Bregman: «Basta Javier, hasta acá llegaste», lo cruzó, y así sorprendió al candidato libertario que se mostró muy serio por la intervención del ministro de Economía, que lo acusó de maltrato hacia las mujeres.
Ante esta actitud de Massa, los invitados de cada espacio, que estaban ubicados en diferentes posiciones, reaccionaron con un murmullo notorio.
Minutos más tarde, Bullrich salió al cruce de Massa al afirmar: «No te preocupes Massa. Las mujeres podemos cuidarnos solitas. Tenelo claro».
Lejos de las chicanas más altisonantes, el cordobés Juan Schiaretti volvió a repetir su fórmula de hablar de Córdoba como un modelo a imitar a nivel nacional, lo que le había dado buenos resultados en el debate del pasado domingo.
Su mejor momento, sin embargo, llegó cuando cruzó a Massa con la tonada cordobesa característica por la postulación del estadio Mario Kempes de esa provincia para el primer tramo del Mundial 2030, lo que desató risas entre el público presente.
La cercanía de los atriles de Bregman y Milei generó que los exponentes de los extremos del arco político argentino se mostraran más contenidos que en el primer debate: la candidata de la izquierda solo tuvo una frase con un similar impacto a la recordada del domingo pasado ‘gatito mimoso’.
«Milei es la vieja derecha despeinada», fue esta vez la ocurrencia de Bregman, lo que provocó la risa de todo el auditorio y hasta de Milei, quien por otro lado eligió un discurso con muchos tecnicismos a la hora de desarrollar sus ideas para Producción y Trabajo, primero, y Desarrollo humano, después.
El punto más alto del libertario no estuvo en la transmisión del debate sino que llegó en el último corte publicitario, cuando volvió al escenario y sus rivales recién lo hicieron faltando treinta segundos, lo que derivó en que por un instante estuviera solo en el atril.
Entonces, el postulante de LLA dijo: «No me dejen solo», la recordada frase del fallecido periodista Bernardo Neustadt, lo que fue celebrado por sus invitados, con quien siempre interactuaba en los cortes, en un ida y vuelta con guiños y gestos de aprobación.
Siempre Milei fue el primero en volver de los cortes, mientras Massa fue quien tomó más agua durante el debate; el ministro y candidato fue el único que se mostró con una sonrisa al terminar de hablar de seguridad.
Bullrich, al debatir ese eje, buscó transmitir fuerza y temple a partir de su experiencia como extitular de la cartera, y en paralelo utilizó varias chicanas contra el kirchnerismo a partir de frases como «los bolsos de López», «los hoteles de Cristina», «los yates de Insaurralde», retomando así eslogans de campaña y lejos del estilo argumentativo propio del debate.
La candidata de JxC fue protagonista de un hecho que generó preocupación y que derivó en que interviniera un equipo médico del SAME, que atendió a Bullrich al finalizar la transmisión televisiva: los médicos determinaron que tuvo una conjuntivitis a raíz del maquillaje que se había puesto en los ojos.
Ese accidente se le notó mientras se desarrollaba el debate: cuando hablaba otro de los candidatos, Bullrich se refregaba el ojo con un pañuelo producto de la molestia que le generaba el rimmel.
En los momentos en que hablaban sus rivales, Massa y Milei aprovechaban para hacer anotaciones, tachar recomendaciones o buscar datos en los papeles que tenían sobre la tarima, ya que las cámaras no los tomaban.
Esa posibilidad de salir del plano y moverse con la tranquilidad de no estar en pantalla diferenció esta transmisión de la del primer debate.
Otro de los momentos destacados que hasta hizo soltar una carcajada a los periodistas ubicados en la platea del primer piso ocurrió cuando Bregman respondió a Milei acusándolo de que «todo lo que dijo hasta ahora no se entendió nada, porque parece que sacó las respuestas de Yahoo». «Que siga cacareando», lo fustigó.
Si en el debate del domingo pasado la centralidad estuvo en las propuestas de Massa y en el uso del botón rojo para pedir derecho a réplica, en esta jornada lo más destacado fueron los cruces y las chicanas que buscaban impacto.
En esa sintonía, Bullrich cruzó a Milei por decir «mogólicos» a los que piensan diferente, «viejos meados» a los longevos, y por mostrar una motosierra a los jóvenes, lo que «exalta la violencia».
También le pidió al ministro Massa que «no mienta más», aunque lo que generaba risas en el público era la forma en que Bullrich pronunciaba el apellido del candidato peronista.
Un momento mucho menos liviano y que generó incomodidad y mucho malestar entre los dirigentes de JxC, como lo reconocería luego Federico Pinedo, sucedió cuando Milei definió a Bullrich como «montonera asesina».
La ex ministra de Seguridad en la gestión de Mauricio Macri hizo una mueca de desagrado pero prefirió no responder.
Por momentos, la competencia de los cinco candidatos a la Presidencia se convirtió en algo similar a un pugilato verbal casi sin propuestas, una ronda de críticas, respuestas y frases pensadas para hacer perder el control del oponente.
Bullrich mencionó el viaje de Martín Insaurralde a Marbella para decirle a Massa «no tenés autoridad moral para hablar de seguridad», lo que generó un murmullo generalizado.
El murmullo escaló en un notorio «uhhh», cual si fuera una contestación superadora, cuando el candidato peronista le retrucó: «Vos nunca pediste la renuncia de (Gerardo) Milman».
A pesar del contexto caliente, Massa, Milei, Schiaretti y Bullrich se saludaron al finalizar el debate, mientras que Bregman solo saludó al mandatario cordobés, que fue el único que apostó al humor y definió a la situación económica como «menos diez, como en el chinchón».
El dato político, en el marco de la interna de JxC, estuvo en que el expresidente Mauricio Macri no concurrió al debate, pero sí se acercó a un hotel del centro porteño para participar de la foto de unidad, aunque para algunos miembros de la coalición tuvo gusto a poco.
El fiel reflejo de cómo se vivió el segundo debate en las instalaciones de la UBA fue el cruce que surgió entre los organizadores de la Cámara Nacional Electoral y los dirigentes del Frente de Izquierda por la propuesta de realizar un minuto de silencio por las víctimas del ataque de Hamas al Estado de Israel.
Desde la organización señalaron que la propuesta de un minuto de silencio existió y que el FIT se negó, mientras que los colaboradores de Bregman lo desmintieron y señalaron a Télam que lo dicho por la Cámara Electoral era «falso».