Daniel Marx: “Hoy, menos gente cree que dejar de pagar la deuda soluciona problemas”
Daniel Marx, exsecretario de Finanzas y actual director de la consultora Quantum Finanzas, fue jefe negociador de la deuda externa argentina entre 1989 y 1993. En una entrevista con
LA NACION, el economista señala que la deuda del país no es baja en relación a su PBI, pero que tampoco llega a niveles preocupantes. El problema, apunta, es que la Argentina no tiene desarrollado un mercado de capitales local y enfatiza que la preocupación de todos los analistas es no saber qué “dirección tomará la Argentina después de las elecciones”.
-¿Cree que esta política monetaria con bandas de no intervención tan anchas era la mejor opción?
-Muchísimos países funcionan con regímenes de flotación cambiaria. La Argentina tiene una tradición muy alta de inflación y una sospecha en general sobre la conducta institucional y, en particular, sobre la del Banco Central. Entonces, el dólar funciona como una referencia importante. El BCRA puso las bandas relativamente anchas para dar flexibilidad, pero también actúa tratando de que no se mueva mucho el tipo de cambio, en un contexto donde tiene que construir reputación para que la gente crea más en el peso y no lo utilice solo como moneda de transacción, sino también como ahorro. El Banco Central está enfrentando además una inercia inflacionaria no menor.
-¿Por qué la inflación es mayor a la esperada en estos meses?
-En parte porque los efectos de la devaluación ocurrida no se habían trasladado a lo que serían los precios correspondientes al costo de reposición de mercaderías. Otra razón es el aumento de tarifas y de otros ajustes de precios relativos, y también por efecto de coordinación de la economía: todos estamos esperando una inflación relativamente alta y actuamos en consecuencia de eso. Esto genera la llamada inercia. Estos tres efectos van más allá de lo que uno puede decir exclusivamente sobre la aplicación de una política monetaria.
-El Gobierno dice que este año el poder adquisitivo mejorará porque los salarios se ajustan por inflación pasada. Pero, por otro lado, la inflación este año también será alta y está el impacto de las tarifas.
-La mejora del salario en promedio se deteriora con una inflación superior, no hay secreto. Este año, si se esperaba una mejora, hoy se espera menos mejora porque la conjunción de factores hizo que la inflación fuera superior y el salario real, menor.
-¿Cuánto cree que será la inflación este año?
-Tomando punta contra punta, un 30%.
-Sobre la política monetaria, hay economistas que sugieren modificar la banda de no intervención para hacerla más angosta, ¿usted qué opina?
-No estoy del bando de los que dicen que hay que achicar la banda, pensando que al final deberíamos llegar a la flotación. Reconozco que hay circunstancias donde tal vez uno podría decir que la parte inferior quedó demasiada baja. Quizás habría que subirla, pero eso es un manejo más coyuntural.
-¿Ve factible que haya un nuevo cambio de humor internacional más adverso?
-No se ve tan fuerte como se veía antes. Además, hay cosas que se han corregido en el país, como el desequilibrio externo, que genera menos dependencia del crédito de mercados internacionales. También sustituimos la fuente de financiamiento por el FMI, que es un tema que habrá que resolver más adelante. Creo que en el mundo, en lo que hace a la Argentina en particular, no se ven problemas eminentes muy serios o tan amenazantes con la probabilidad que se había visto en su momento.
-Considerando que todavía no está resuelta la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y que estamos en un año electoral, ¿qué probabilidad hay de que haya una fuerte dolarización de carteras?
-Hay una probabilidad. No tanto por las condiciones externas, porque no se ve un dólar apreciándose fuertemente o una tasa de interés en dólares que suba de manera dramática. Pero hay factores sobre los que algunos creen que frente a posibles cambios conviene posicionarse en moneda extranjera. El Gobierno está llevando adelante una política de restricción monetaria, por lo tanto no habría tantos pesos que podrían convertirse a dólares. También está aplicando una política de acumulación de reservas para poder intervenir, especialmente por el lado del Tesoro, porque el financiamiento que podría estar obteniendo en moneda extranjera supera las necesidades de pagos . Pero hay que tener en cuenta que los cambios en portafolio no son solamente algunos movimientos de plazos fijos en pesos que se pasan a dólares, sino que puede haber adelantamientos en los términos de pagos a proveedores de importaciones. También puede haber algunos otros movimientos de capitales, si es un espectro algo mayor.
-El Gobierno tiene US$9600 millones para vender en el mercado y el Banco Central también tiene sus reservas y la venta de futuros. ¿Es suficiente?
-Es importante en términos relativos. Si alcanza o no, depende del nivel de tranquilidad o intranquilidad que exista en la plaza.
-¿Cuántos pesos dolarizables hay según sus cálculos?
-Los plazos fijos aumentaron desde septiembre el equivalente a US$9000 millones. Las cajas de ahorro y cuentas corrientes en términos de dólares han disminuido; en términos de poder adquisitivo están más o menos igual. Luego se pueden convertir algunas tenencias de otros activos financieros a dólares, como las Lecap, y están los cambios en los términos de los pagos de comercio exterior, que es difícil de medir, pero pueden ser otros miles de millones.
-¿Cuántas divisas le pueden ingresar al país con las exportaciones?
-El campo, en relación al año pasado, dada la cosecha, estaría produciendo el potencial de poder ingresar unos US$8000 millones adicionales. Ese sería el potencial. Por el lado de importaciones, son menos que el año pasado, que se pagaban al contado; ahora lo están haciendo a plazo, pero ahí puede haber una diferencia de hasta unos US$2000 millones por mes para un lado o para el otro. Si los importadores deciden pagar todo al contado y no usar el plazo, es mayor demanda de moneda extranjera.
-El campo puede especular con la liquidación de sus divisas, pero con las tasas de interés altas y con la sequía que hubo el año pasado, ¿cuánto margen tienen para dejar pasar el tiempo?
-Por eso hablaba de potencial. Si deciden liquidar todo, hay US$8000 millones más de entrada. Si deciden liquidar también stocks, hay más que eso.
-¿Cómo ve la deuda externa? ¿Hay posibilidad de entrar en default?
-Por un lado está la capacidad y por otro lado, la voluntad. Por el lado de la voluntad, en estos momentos, comparado con otras situaciones históricas de la Argentina, hay menos gente que cree que dejar de pagar la deuda soluciona problemas. Por el lado de la capacidad, en la medida que la Argentina siga mejorando su situación de balanza comercial y de cuenta corriente, mejora un poco las posibilidades de pago, pero hay que ver cómo se genera el crecimiento futuro. La Argentina no tiene una deuda baja en relación a su producto, ni en relación a lo que puede ser la recaudación, por más que la presión impositiva es alta. Tampoco llega a niveles muy preocupantes, pero está muy dependiente del financiamiento externo porque no tiene desarrollado un mercado de capitales local. Por eso, depende mucho de convencer al mercado y de la estrategia que se presente para realmente mejora los índices a lo largo del tiempo. Los vencimientos de deuda de este año y parte del que viene estarían cubiertos, pero siempre hay renovaciones para hacer y, además, hay que ir cambiando las fuentes de financiamiento, entre las que incluyo al mercado local como fuente importante para adelante. Además, la Argentina tiene un acreedor privilegiado con vencimientos relativamente cortos que en algún momento habrá que sacárselos de encima.
-¿Es inevitable renegociar el acuerdo con el FMI?
-Sí, y la renegociación significa un programa y eso tiene sus condicionantes y cuestiones de gobierno vinculadas.
-¿Quiere decir que se prolongan las metas y objetivos que decide el Fondo?
-Habrá una nueva negociación, lo cual significa un grado de incertidumbre vinculado con los resultados de esa negociación.
-¿Tener un acuerdo con el FMI no baja el grado de incertidumbre, ya que hay un organismo que controla que las metas se cumplan?
-Para algunos sí y para otros no. Algunos dicen que nos aseguramos que haya alguien que dé alguna coherencia y otros dirán que no sabemos si las metas se cumplirán o no. Ya no serían solo decisiones de un gobierno que tal vez pueden responder más rápido a determinados cambios, sino que hay que pasar por tamices que demoran o complican la respuesta al cambio de circunstancias.
-¿Qué le preocupa al FMI?
-La preocupación de todos es qué dirección tomará la Argentina después de estas elecciones. Eso es algo que aparece seguido. Pero una cosa que está clara es que el año 2019 es de transición por la normalización de los precios relativos. Para 2020 quedan muchos temas importantes por resolverse, que son cómo el país compite en un mundo más proteccionista y cómo se mejora la flexibilidad de la economía para que pueda ser más productiva en el futuro.